“Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa.”

Demócrito

La economía es una ciencia social al servicio de los grandes intereses y no a la inversa, sine mbargo, hemos visto como los grandes intereses se solapan con relación a la economía, furtiva y de manera alevosa el Banco Central de Venezuela publica las cifras del bimestre septiembre octubre, con una inusual conducta en el indicador del mes de septiembre, más allá de los meros guarismos importa el país que ya no aguanta más, una sociedad expoliada, empobrecida y en absoluta incertidumbre. Si se analiza la conducta por trimestres de los datos emanados del Banco Central los resultados son absolutamente predecibles y hasta constituyen una afrenta a la inteligencia, las conductas de la inflación trimestral muestran conductas aproximadas a una mera duplicación, que intentan morigerar el estallido inflacionario de agosto a septiembre.

La inflación de septiembre es 250% mayor al dato del mes anterior y en relación al mes de octubre la brecha es de menos 77.8%, una conducta que solo podría explicarse a través de una media móvil, pues de requiere del dato precedente, sin embargo, la meta de inflación sal 100%, es ya un efluvio inalcanzable, los datos de la inflación en el país en sus aspectos anualizados y acumulados son de:

 157.7% anualizada

 119,1 acumulada

Ante esta realidad la conducta de la brecha desinflación en 2022, es de 1.270 puntos, estamos de  uevo siendo defenestrados a un vórtice de hiperinflación y a una situación que nos sobrepasa como técnicos, pues los números, los cálculos y los modelos econométricos no describen el drama de una población que sobrevive, la cual ni tan siquiera puede buscar amparo en un sector privado cada vez mas afectado y que ha debido de asumir los costes del colapso de un macilento Estado, la dieta se reduce a alitas de pollo, harinas y carbohidratos, mientras la otra Venezuela la de la vidurria y el estanciero, viven acoplados en sus cómodas poltronas y en las burbujas que los totalitarismos se suelen recrear, una arcadia prospera inscrita en un país con la segunda prevalencia en hambruna, un país en éxodo y un país que se vuelve más código y menos humano.

Es inoficioso discutir si el Observatorio venezolano de finanzas o las cifras de los académicos cuentan, lo verdaderamente incontrovertible es la inmanente condición de emergencia, la ausencia de educación, de salud, de infraestructura, de servicios públicos y de calidad. En tal sentido ¿De qué nos sirve que la inflación de 2022 sea inferior a la de 2021?, la respuesta es de nada no es usable y menos sirve para argumentar que el país se dirige hacia la estabilidad, por el contrario, estamos extraviados en un lodo de mentiras y posverdades.

Estos datos deben complementarse con los del producto interior bruto, balanza de pagos, nivel de endeudamiento y fuentes de financiamiento, de lo contrario no sabremos hacia donde vamos y es imposible afirmar entonces que nos estamos arreglando, un país con 96% de pobreza y más de 7,1 millones de connacionales huyendo no está bien, superamos en crisis migratoria a Ucrania, Sudán y Siria, esas nueces no hacen ruido en las gruesas paredes del Fuerte Tiuna, la evidencia confirma que aún existe un vórtice inflacionario y lo peor estamos siendo progresivamente engañados, rompiendo la confianza deshilachando la credibilidad y absolutamente desesperados.

La inflación es la consecuencia directa de la inconsistencia dinámica en materia política, este trimestre demostrará que la frase de panfleto Venezuela se arregló es una vacuidad cruel, lúdica y perversa, que es sostenida por la narrativa única del violento Polifemo, quien brama nadie me ha cegado, nadie me mató. El terror político esta allí omnisciente, todos vivimos en una suerte de la Escuela de la Sospecha de Juan nuño y lo peor signados bajo aquel alarido de José Millán Astray: “Viva la muerte, muera la inteligencia”

Finalmente somos un país que ya no es, con una realidad trascendental que sobrepasa los fríos cálculos económicos, que sea menor o mayor la inflación a lo estimado. no es en realidad trascendente, pues si seguimos ostentando cifras pavorosas de miseria, comparables con África y Haití, es allí en donde se inscribe el óbice de nuestra común desgracia, esa que se inició hace 23 años y nos despoja de narrativas épicas, pues el chavismo ha crecido en los charcos del inconsciente justamente fomentado por la ausencia de hábitos modeladores del carácter y la virtud, han copado todos los espacios hasta el punto de hacer sentir vergüenza por la decencia y la razón. En tal sentido no me sorprenden estas cifras y su burdo maquillaje, pues el Banco Central es una cáscara de hormigón en el centro de una ciudad, expoliada de símbolos, de identidad y de lenguaje, en un país trinamente pobre de lenguaje, de espíritu y de materialidad.

«Muchos que cometen las acciones más vergonzosas arguen las mejores razones»

Demócrito

 

 




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