Foto Carolina González

A las “colas oficiales” se suman las de aquellos que aún guardan la esperanza de que, por obra de Dios, puedan surtir aunque sea los 20 litros a los que se da acceso al ciudadano común, ese que difícilmente sueña con ver el medidor reportar que el tanque de su vehículo está lleno.

La realidad es que lejos de resolverse, el padecimiento por la escasez de gasolina se ha incrementado. Aunque por momentos se pierde en algunas estaciones, lo que se ha visto es un poco más orden y también más cuerpos de seguridad resguardándolas. Personal de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, policías regional, municipal y nacional, así como militares están apostados en muchas de ellas.

Alrededor de cada estación de servicio hay, al menos, 6 colas. Así se aprecia en las que están dentro de la ciudad, porque las que están en autopistas soportan un máximo de dos, pero eso sí, tan largas como las penas que agobian al venezolano desde hace unos 6 años, cuando la crisis económica se comenzó a acentuar hasta llegar a unos niveles alarmantes en 2020.

En las gasolineras ubicadas en la redoma de Guaparo, en Valencia;  y en la avenida Nueva Valencia, de Naguanagua, aunque el desorden es menor al de días anteriores, aún se aprecian largas y diferentes colas de vehículos, en distintas calles y avenidas.

En la E/S Guaparo las colas comienzan en la redoma y se desplazan hacia la calle de los colegios. Al terminar esta vía se aprecia otra cola en sentido contrario, que viene desde La Viña con sentido hacia la avenida Bolívar.

En la Bolívar las hay de lado y lado. Algunas se forman frente al Banco de Venezuela, pero otra, la que al parecer tiene más probabilidad de lograr el objetivo, se ubica en el sentido sur norte de la vía.

La cantidad de grúas que impide el paso llama la atención. Desde la Redoma y en la calle de los colegios se contabilizaron cuatro de estos pesados vehículos. La idea es impedir que las personas giren en  los desvíos dispuestos para ellos.

Así el personal del sector salud debe permanecer en largas y confusas colas para llegar a la estación de servicio dispuesta, al parecer, exclusivamente para ellos.  Pero la realidad es otra, pues decenas de conductores particulares, esos que carecen de salvoconducto porque no pertenecen a ningún sector priorizado,  también hacen sus colas.

Alejandro Marcano convirtió su carro en su casa. “Tengo tanto tiempo aquí que ya no recuerdo lo que es dormir cómodo”. En el interior se observa una almohada, una sábana, recipientes para la comida y para el agua. También un pequeño juego de dominó que comparte con sus compañeros de infortunio.

El no tiene un carnet que lo acredite como trabajador de algún sector priorizado. El vive de lo que produce con su vehículo, por lo general carreras cortas que le permitan llevar el sustento a su hogar.  “Me las he visto negras, ¿sin gasolina cómo trabajo?”

En las colas se habla con esperanza. Confían en que la promesa de reactivar la refinería El Palito sea una realidad y acabe el padecimiento de millones de habitantes del país con las mayores reservas de petróleo del mundo.

Pero también son realistas. Una señora que está en la cola, quien pidió el anonimato por el temor a “ser víctima del gobierno” se pregunta:  “¿Cómo les creemos?  ¿Cuántas veces hemos creído y todo ha sido una mentira? Yo no creo que esa refinería, que se paró hace tanto tiempo, la puedan reactivar sin invertirle mucho real y ese no lo tienen, no por lo menos para resolverle la vida a la población”.

Ellos saben que la E/S Guaparo es solo para personal de la salud,  pero están dispuestos a seguir esperando. Ya les han dicho que allí no les podrán surtir, pero han visto como “de vez en cuando dejan pasar algunos carros de esta fila”. Esa esperanza los mantiene en la calle, lejos de la protección de sus hogares en estos tiempos de pandemia, riesgos, falta de medicamentos y con alimentos tan costosos que muchos han vuelto a adelgazar.

La misma realidad en Naguanagua

En Naguanagua no hay excepción a la regla. En la E/S La Granja, en la avenida Nueva Valencia, al lado del centro deportivo Don Bosco, solo se abastecerá de gasolina personal de la gobernación, alcaldías y empresas del estado, “sin excepción”.

La explicación es cordial, pero definitiva. No hay espacio para particulares, a ellos se les ha dicho que aquí no se les despachará, pero insisten.  No podemos impedirles que hagan su cola en los alrededores, siempre que no interrumpan el paso del personal priorizado. Los funcionarios no están autorizados para declarar, pero algunos no niegan una información.

La avenida Nueva Valencia, frente a la estación de servicio, está trancada en ambos sentidos. Grúas, camionetas y motocicletas impiden el paso a los vehículos. Tampoco se puede caminar por la calle que da acceso a la gasolinera, pues allí, en sentido contrario, se forma una cola de funcionarios de la gobernación que van a cargar. Son de los pocos con posibilidades de equipar combustible. “No hay certeza pues se despachará hasta donde alcance la gasolina”.

Para abastecerse en esta gasolinera hay seis colas entre las calles internas de la urbanización La Granja y la avenida Universidad. Al parecer, cada una tiene un responsable. Está la de la avenida principal, en sentido norte sur, donde se apreciaron camiones cisterna y recolectores basura. En el sentido contrario, pero frente al Guaparo Inn, había otra pequeña cola, al parecer de funcionarios de más alto rango. Se conoció que la “caravana del secretario de Gobierno” llegaría a cargar en el sitio.

También está la de los particulares que esperan, como lo hacen religiosamente desde que empezó la escasez de la gasolina, unos días antes de decretarse el estado de alarma y la cuarentena social. Ellos están en una calle interna que llega hasta el Mac Donald. Según sus testimonios, algunos han acumulado hasta ocho días en una interminable cola. Hacen listas, duermen en los carros, rezan, comen, juegan dominó y hacen amigos.

En la acera del frente, del lado de El Carabobeño, hay funcionarios de distintos organismos públicos, en una cola que se extiende hasta la avenida Salvador Feo La Cruz, frente al cementerio.

En la avenida Nueva Valencia, desde el centro deportivo Don Bosco hasta un poco antes del hospital metropolitano. se observa una fila de carros.  Una más aparece en el semáforo del campo deportivo y el Banco de Venezuela, que ahora también es doble vía para los carros que necesitan ir hacia la avenida Bolívar de Naguanagua.

Allí varios conductores pidieron un poco de consideración. “No es posible que tengamos casi una semana esperando para surtir y nada”.  Otros que también optaron por el anonimato y que esperan cerca de Mac Donald se mostraron dispuestos a esperar el tiempo que sea, pues necesitan sus vehículos para cualquier emergencia, para comprar comida o medicamentos.

Uno de los casos más llamativos fue el de Marianela Sánchez. Ella tiene un niño con condiciones especiales que sufre de ataques de epilepsia que, muchas veces, ameritan traslado al hospital. Tal es su preocupación que se atrevió a dar su nombre, pese al temor que le generan los funcionarios vestidos de negro que andan por todas partes. “No me puedo callar, es por la salud de mi hijo, no puedo estar desprevenida, pero nadie se conduele de lo que estoy viviendo, no hay informe médico que valga, ellos simplemente me dicen que no hay gasolina para los particulares”.

En cada esquina cercana a la estación de servicio en Naguanagua hay funcionarios de la Dgcim, Sebin, policías municipal y nacional, así como militares.

Por lo general hay convivencia, pero algunos funcionarios se exceden en su actuación. Algunos miembros de la Dgcim trataban de impedir a los periodistas cumplir con su labor. En la esquina de El Carabobeño intentaron obligarles a borrar las fotos, pero no lograron el objetivo.  Ellos se valen del uniforme y la fama que tiene el cuerpo de seguridad para intentar amedrentar. No siempre lo logran.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.