conciertos
Foto: Archivo / Dayrí Blanco

La Venezuela de conciertos tiene varias realidades. Todas están marcadas por la complejidad económica del país como las imposiciones tributarias que provocan que más del 30 % del costo de una entrada sea destinado para el pago de impuestos.

Así lo señaló el productor de eventos Félix Colmenares durante su participación en El Carabobeño En Vivo. Para él, la actividad del entretenimiento es muy pechada y hace el que el negocio sea muy complejo.

Los impuestos municipales dependen de las alcaldías. En Valencia los tienen establecidos en 3 % en el caso de conciertos nacionales y 5 % para los internacionales. En Naguanagua acaban de hacer una reforma para fijarlos en 5 %, indiferentemente de si se trate de un artista local o extranjero. “Hay otras alcaldías que los tienen hasta en 15 %, la media nacional es de 8 %”.

Pero además de ese pago que deben hacer a las alcaldías, se suman otros como el 16 % del Impuesto al Valor Agregado (IVA),7,5 % de la Sociedad de Autores y Compositores, 2,5% de la Asociación Venezolana de Interpretes y Productores de Fonogramas (Avinpro) , “y hay uno nuevo que tratan de implementar desde la Asociación Nacional de Teatros de 5 %… Si sumamos todo eso se nos puede ir de 35 % a 40 %… parece absurdo, pero se nos puede ir hasta el 50 % de lo que cuesta un ticket en eso”.

Lo que resta no representa la ganancia de estas empresas porque se debe pagar lo correspondiente al artista, producción técnica, logística, transporte, hospedaje.

“Y a veces la gente se pregunta por qué las entradas para los conciertos son tan costosas, y ese es uno de los motivos, la cantidad de impuestos que hay que pagar, es impuesto sobre impuesto… En otros países se genera la actividad comercial y se paga la utilidad del impuesto del evento, pero aquí en Venezuela es muy impositivo ese régimen… Porque esta es una torta donde todos quieren un pedacito y nadie pone para los ingredientes”.

El complejo mundo de los conciertos en Venezuela

Al tema tributario se suman otros elementos que derivan en una alta complejidad para quienes se dedican al negocio del entretenimiento. En el costo de las entradas de los conciertos también influyen las restricciones de vuelos hacia Venezuela que aún se mantienen.

“De República Dominicana a Miami un vuelo puede estar en 250 dólares, pero para acá cuesta hasta mil dólares o entre 700 y 800 el más económico… nos cuesta el doble traer a los talentos”.

Colmenares explicó que la crisis económica de los venezolanos también provoca que los precios de los boletos sean más caros que en otros países. “Un artista cobra los mismos 20 mil dólares para cantar en Venezuela o en otro lado. Pero aquí no existe el poder adquisitivo para que todos podamos ir a un concierto, entonces tenemos públicos de mil o dos mil personas, comparado con plazas internacionales de 20 mil o 30 espectadores”.

Recientemente, ha visto cómo hay carabobeños que reúnen para comprar su entrada y al acabarse la preventa y pasar de 60 a 80 dólares, por ejemplo, no pueden pagarla. También hay quienes les piden a las productoras abonar semanalmente el monto del boleto para el concierto. “Nadie vive con el sueldo que hay actualmente”

Recordó que hace algunos años su productora hacía un evento en el Fórum de Valencia por el Día del Niño, tres funciones durante un fin de semana y vendía todas las entradas que eran el equivalente a 20 dólares cada una. “Ahorita eso es imposible, la gente lo piensa mucho antes de comprar un boleo, y hasta se siente culpable por acceder al entretenimiento”.

El economista Carlos Ñáñez, también durante El Carabobeño En Vivo, resaltó que el 52 % de la población en Venezuela gana 100 dólares al mes, los profesionales en el sector privado tienen sueldos de 126 dólares y los profesores universitarios y médicos en el sistema público solo cobran 40 dólares, por lo que existe una gran desigualdad y no todos pueden asistir a los conciertos.

“Ciertamente, habrá algunos asociados al gobierno que pagan por sus entradas, pero también hay los que utilizan sus ahorros para distraerse y sacrifican alimentación, educación, vestido y calzado”.

El boom de las empresas de entretenimiento

Colmenares tiene décadas en el negocio del entretenimiento. Durante la cuarentena por la COVID-19 tuvo que dedicarse a otras labores para garantizar el sustento económico de sus trabajadores y el de su familia.

Vendió equipos tecnológicos e incluyó a sus camiones en labores relacionadas con limpieza de tanques. “Es que fuimos los primeros que nos paralizamos y los últimos en reactivarnos”.

Con este auge de conciertos, ha visto a varias productoras surgir. “Son personas que tienen dinero para invertir y les gusta el espectáculo, hacen tres o cuatro conciertos y se retiran porque se dan cuenta de lo difícil que es”.

Antes de la pandemia, ya la crisis económica del país había influido negativamente en el sector. “La depreciación económica pasó factura… Si hacíamos un concierto las ganancias no daban para hacer otro y por eso muchas empresas cerraron… Además, se pagaba en dólares y se cobraba en bolívares”.

Ñáñez, quien también es profesor de la Universidad de Carabobo (UC), dijo que la necesidad de distracción se reactivó en todo el mundo con la disminución de casos de COVID-19. Pero en Venezuela ocurrió en medio de una emergencia humanitaria compleja “y en nuestra cabeza no cabe que en la canasta básica esté la distracción, que es normal y está bien… pero cómo hace el venezolano de a pie para distraerse”. Colmenares coincide, el negocio del entretenimiento y los eventos no podrán ser estables para quienes son parte del mismo si la economía no mejora.




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