Uno de los conceptos con base cultural y tecnológica más influyentes en la actualidad, es lo que ahora denominamos, pomposamente, ’sesgo informativo o mediático’. Las intensas presiones ideológicas, económicas, sociales y políticas que han “entrado y crecido” en la nación venezolana, durante los dos primeros decenios del siglo XXI, nos permiten conocer, en primera línea, el desarrollo de ese dual concepto y todas sus derivaciones y variantes. En las condiciones actuales, observamos una fuerte tendencia, manifiesta en personas, grupos, sociedades, medios, y otras realidades nacionales, de manejar la comunicación (como concepto y práctica) en forma selectiva, deformada, distorsionada, y crecientemente opuesta a lo que se estima como la “verdad”.

Podemos resumir al ‘sesgo informativo o mediático’ como la tendencia existente en los medios de masas (públicos, privados o gubernamentales) a presentar noticias, o elegir las que a conveniencia vayan a publicar, de forma poco o nada equilibrada (no ajustada a “verdades” o a lo “obvio”); es decir, deformando, distorsionando, o incluso directamente mintiendo, en función, habitualmente, de intereses políticos, sociales o económicos, vinculados al medio informativo en cuestión…

Con la aparición y desarrollo del fenómeno de ‘sesgo informativo o mediático’, colateralmente puede observarse cómo es que logran destacarse, acomodarse y satisfacerse, numerosos vínculos, aperturas y rupturas políticas, intereses críticos y deformaciones, tanto personales como organizacionales, en una economía nacional “quebrada”, con tendencias culturales y sociales radicalizadas e inoperantes, entre otras cosas. Los individualismos, amenazas y confrontaciones extremas, como respuesta defensiva ante una realidad mundial, y regional en particular (nacional), están presentes en las personas, grupos, sociedades o medios, que pasan a estimarse como ‘blancos’ (objetivos) de primera importancia para el fenómeno del sesgo.

El creciente desarrollo de estos individualismos y confrontaciones, pueden favorecer la llegada y la ampliación del ‘sesgo informativo’, porque a toda esta ‘información sesgada’ que “entra” o que de pronto “aparece” en los medios comunicacionales, se les percibe (defensivamente) como si tuviesen adosada (“pegada”), la sensación anímica y emocional de seguridad, de estabilidad intencionada y de confianza, que hacen lucir a muchos ‘sesgos’ (deformaciones, alteraciones) como muy atractivos, como muy apetecibles, inclusive como fuentes de seguridad. Al contrario, puede llegarse a ignorar toda información contradictoria o contraria al ‘sesgo’, por considerársele como una fuente comunicacional rígida, debilitada, poco actualizada y generadora de inestabilidad y angustia.

Esto demuestra por qué, finalmente, la gente y otros agentes sociales (grupos, sociedades), ven sólo aquello que quieren ver, y pueden encontrarlo en el ‘sesgo’ mismo; que les tranquiliza mientras les mantengan, a conveniencia, con una “tradicionalidad estable y consistente”. Aceptan y creen, solamente, en la forma como se les hace “ver” o “parecer” el ‘sesgo’ (como evidente, aunque no lo fuese).

Cuando la gobernabilidad (pública o privada) está muy centralizada, con una tendencia autocrática evidente, los ‘sesgos’ resultantes, generalizados y dominados por el poder centralizado, pueden generarse vorazmente, abundantes a las conveniencias imperantes, pudiendo “indigestar” hasta agotar, intelectualmente y afectivamente, a los afectados que tienen que ver a diario con los medios comunicacionales, por razones de trabajo o por intereses ideológicos personales…

El ‘sesgo informativo y/o mediático’ es, en general, un obstáculo para la eficiencia organizacional, que no da muestras de disminución ni de eliminación… la degradación del periodismo en sus mecanismos de control y comprobación (voluntaria, involuntaria, interesada o no), es una de las formas como más se pierde nuestra libertad de expresión. Los sesgos mediáticos tienen una larga historia en los medios de masas. Siempre ha estado presente la dominación, y un poder (más poderoso que los demás), que haya decidido qué es lo que puede ir o no (publicarse o no), a los ojos y oídos de las mayorías lectoras o escuchas, en los medios. Sólo en tiempos recientes, las nociones de punto de vista neutral e información equilibrada, han constituido una parte integral del periodismo. Incluso hoy en día los periodistas más objetivos no pueden evitar del todo los sesgos de uno u otro tipo.

¿Y la auto culpabilidad? La persona en sí misma, como “opinadora”, genera su propio sesgo, y es importante señalar, también, que el consumo de información del ciudadano puede estar sometido, no sólo a este sesgo de información, sino también al suyo propio, personal, cada vez que lee o escucha; cada vez cuando se ve tentado a buscar, interpretar y recordar la información que confirma sus propias creencias o hipótesis (aun inconscientemente), minusvalorando o descartando posibles alternativas que estén más próximas a las” verdades” o “realidades”….




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