A muchísima gente no termina de llegarle el mensaje para recibir la primera dosis de la vacuna que disminuye los riesgos de contraer la Covid-19, situación que, en algunos casos, como el de mi amiga Inés, ha generado una ansiedad increíble. Con 78 años de edad, evita salir de casa y jamás había temido tanto morir. Está consciente de la precariedad del sistema sanitario nacional y de lo costoso que puede resultar un tratamiento. “Me quiero vacunar”, es la frase que más repite hoy día a sus amistades y compañeros de trabajo.

Coloco el ejemplo de Inés porque la mayoría de los países del mundo, comenzaron la línea de vacunación por la población más vulnerable: los ancianos. En Venezuela la iniciaron por los políticos. Se colearon familiares, militares y hasta las barraganas. Después tomaron en cuenta a miembros del personal de salud, ante la alarmante cifra de médicos, enfermeros y bioanalistas fallecidos. A la fecha, la organización Médicos Unidos de Venezuela reporta 706 muertes por coronavirus entre los trabajadores de la salud.

En otros países -incluyendo latinoamericanos- tambiénse siguió con disciplina la vacunación por grupos etarios. Acá se utiliza un sistema de mensajería de texto aleatorio que no segmenta de acuerdo a los años de vida. A cualquiera le puede llegar, lo que hace que tengamos a miles de viejitos aún esperando por la oportunidad. Inés no pide nada del otro mundo, exige un derecho que tiene como ciudadana, anhela seguir compartiendo con sus estudiantes. Inés es profesora universitaria, se mantiene lúcida, domina la tecnología mejor que nadie. Inés es de las que realmente hace “patria”. Su quehacer diario dista mucho de la charlatanería gubernamental.

Mientras ella espera por el mensaje implementado por el gobierno venezolano para informar sobrela cita de vacunación, ha acudido a varios centros de vacunación, pero la suerte no la ha acompañado. Sin el “SMS” no se inyecta nadie, a menos que se consiga por los caminos verdes. Sin duda, este caso evidencia la mala gestión del proceso de vacunación,como lo han indicado evaluaciones hechas en América Latina, que colocan a Brasil y Venezuela con los peores indicadores.

No es secreto que la región latinoamericana no tiene el mismo acceso a vacunas que los países desarrollados, pero con una mejor organización en las jornadas y respeto a la línea de prioridad, quizá ya todos nuestros abuelos y abuelas estuviesen inyectados. Sin duda, la administración de la pandemia es el reflejo de la situación del contexto nacional: un país fragmentado, olvidado, saqueado, con privilegios para los peces gordos. A pesar de ello, muchos como Inés resisten, inculcando a las nuevas generaciones en virtualidad, la importancia de la pluralidad y la democracia.

 

 

 

 




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.