Como decía e insistía, con cada palabra más, palabra menos, el destacado pensador y filósofo español José Ortega y Gasset, en los albores del siglo XX (vivió entre 1883 y 1955),  “el medio donde hacemos la compleja variedad de nuestra vida, ese medio complejo donde vivimos, no puede separarse de nosotros como personas”, y mucho menos aislarlo y olvidarlo, agregamos, aunque a veces nos pongamos a jugar con él, agregamos de nuevo.
Nuestra dependencia con nuestro medio es exclusividad nuestra, es un entrelace entre nuestro medio y nuestra maravillosa estructura psíquica, física y social: Es nuestro medio el que nos hace diferentes, aunque se parezca a otros medios de otros miles de millones de medios, y según como lo perciban millones de personas. Pero sólo pocas curiosas personas se detienen a observar esta impresionante realidad. Los seres humanos estamos inmersos en un tiempo y en un espacio exclusivo, aunque se parezcan a otros, donde la cultura imperante (con sus dinámicas costumbres) nos mueve, y nos impulsa a asumir determinadas conductas y valores, y a descartar y oponernos a otras; culturas que nos llevan a asumir determinadas creencias y creer en determinadas significaciones, y que nos impulsan a buscar ciertas formas de soluciones a algunos problemas que se nos presentan, usando las posibilidades que el mismo medio nos brinda o nos quita.
Cada ser personal piensa, siente, quiere, analiza y crea, según el tiempo y las condiciones en que viva, y la mayoría, quizás, desconoce o tiene poco claro que ese dinámico proceso es así, de esa manera. Hay tantas realidades como puntos de vista. No hay una única verdad absoluta sino que cada uno de nosotros elabora la suya propia, y una alta proporción busca defenderla, o al menos no oponérsele. Todo el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas, entre tantas pupilas que recargan el planeta Tierra.

“Lo que más vale y nos llama la atención en el ser humano -señaló Ortega y Gasset en 1914-, es su enorme capacidad de insatisfacción”; esa que tal vez sea lo que le salva de la mediocridad y la repetición, agregamos nosotros. Esa capacidad, nos permite desarrollarnos y crecer. Es la necesidad de no quedarnos estancados y de no conformarnos con lo ya establecido. Como dijo Ortega y Gasset: “Los comportamientos y cada destino de las sociedades humanas no vienen ni del azar, ni de la raza, no están signados por la biología”. “El hombre no tiene naturaleza; lo que tiene es historia”. ¡Es un ser histórico, en buena porción, según nos parece y nos lo muestran las ciencias!

 “Camino lento, amigo de las distancias, anda, pero no te apresures demasiado, que el único lugar a donde tienes que llegar, sin que nadie te presione, es a ti mismo”. Esta frase nos indica que lo único que necesitamos verdaderamente lograr es ser nosotros mismos.




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