En el folclore alemán Mefistófeles es un demonio subordinado de Satanás, que es enviado a la tierra a captar almas. También, es el título que recibe la opera del italiano Arrigo Boito, que escenifica la apuesta que hace este ángel ante Dios, para hacer caer a sus más fieles siervos. Pero en Venezuela, el nombre es famoso gracias al escritor valenciano José Rafael Pocaterra, quien tituló uno de sus “Cuentos Grotescos” de esa manera.

El cuento pone en relieve la responsabilidad de quien escribe en medios de comunicación, en especial los dedicados a los géneros de opinión. En algunas oportunidades se asesina con la pluma y el homicida se hunde en la miseria de la tierra, como ocurre con Mefistófeles en la obra de Boito. Ya cuando se pretende reivindicar al afectado, es demasiado tarde.Por suerte, el oficio periodístico cuenta con grandes reservas morales con épicas batallas por delante, sobre todo, en contextos tan hostiles como el venezolano.

Pero volviendo al cuento de Pocaterra, vemos a un crítico desalmado que escribe sin piedad la actuación de una jovencita pianista moribunda. La culpa tardía del periodista no fue suficiente. Previo a la muerte, el padre desesperado busca al crítico para que vea tocar de nuevo a su muchacha. Ella, majestuosamente interpreta con aires de misterio y venganza el prólogo de la ópera Mefistófeles, desvistiendo al asesino quien termina aceptando su funesta habilidad en herir sin contemplación.

Este crudo relato sirvió de base para que los participantes del taller de dirección cinematográfica organizado por la Fundación para la Cultura de la ciudad de Valencia y el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, realizaran interesantes propuestas audiovisuales guiados por el carismático Carlos Pineda, quien en sus años de adolescencia propuso llevar Mefistófeles a la pantalla.

Años después alcanzó por triplete la meta inspirando a sus pupilos, soñadores que, en medio de una feroz pandemia mundial, se atrevieron a crear y trascender. Como dato curioso: el taller duró tres días, los participantes grabaron solo en cuatro horas en la casa natal de José Rafael Pocaterra y los cortos fueron estrenados en el marco del aniversario 66 de la muerte del insigne escritor. Aprovecho para agradecer la invitación que me hicieron para comentar los tres cortometrajes: “Reseña”, “Praefatio” y “Un sueño muerto”.

Aplaudo estas iniciativas que rescatan la movida cultural de la ciudad. Doble aplauso por realizarlas en la Casa Pocaterra, donde funciona Fundacultura, dirigida por el entusiasta Denis Miraldo, abierto a unir esfuerzos que redunden en beneficios para los jóvenes de nuestra ciudad.

En ese sentido, estaremos invitando desde la Universidad Arturo Michelena a estos chamos visionarios, para que formen parte del Festival audiovisual virtual que estamos organizando ymuestren el resultado de su trabajo. También, conversaremos posteriormente con Carlos y Denis, de modo que podamos trabajar en conjunto en una Diplomatura en Producción Cinematográfica, tan necesaria en la región central del país.

De esta forma se demuestra que la unión de voluntades da resultados positivos y que esos Mefistófeles sueltos desde hace tiempo por ahí, pronto se ahogarán en sus propias desgracias.




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