Mucha gente manifiesta que se siente más sola que nunca, en el país que hemos mantenido como nación. ¡Soledad a toda hora! Es gente que experimenta exclusión a menudo, y como nunca antes. Un sentimiento de maltrato ciudadano, de violencia anti personal, grupal y social. La falta de una sana convivencia se multiplica en formas nunca antes conocidas. ¿Será por esto que sin planificación, y sin siquiera desearlo, hemos desarrollado un extenuante modelo de sociedad residual, rodeada bajo la amenaza de estar, más y más, contra la esencia de la naturaleza gregaria humana?

¿Será que hemos llegado a establecer un modelo social que recrudece la incidencia de los trastornos psicosociales, que degrada la autoestima y la estabilidad emocional de los ciudadanos? ¿Será que como sociedad hemos pervertido las razones que nos mantienen como nación y ciudadanía? ¿Será ésta una negativa a considerar que somos sobre todo seres vinculares, necesitados del contacto y la armonía social? ¿Será que, como afirma el dicho, “es mejor estar solos que mal acompañados”?

Todos esos factores que hemos mencionados están presentes y activos en la Venezuela quebrada, remendada y desesperanzada del presente. No es momento para repetir los diarios lamentos que escuchamos a diario, apenas salimos a trabajar en la mañana (quienes tienen todavía algún trabajo o “trabajito”).

Las imparables presiones sociales, económicas y políticas, sobre los ciudadanos, grupos y asociaciones, llevan incorporadas exigencias y tensiones que nos rodean y acogotan. Escaparse de ellas no es sólo una opción; es una pesada obligación. No debemos generalizar las situaciones aludidas, pero la verdad es que a casi todos nos han afectado hasta sentirnos excluidos, marginados, apartados, y “ciudadanos de menos de medio tiempo”. Y esta pesadez aplastante ocurre en el ambiente educacional, en el quebrado círculo familiar, en el fracturado grupo de amigos, en los pocos existentes compañeros de trabajo.

Vivimos situaciones y reacciones, tan corrientes, que el proceso de adaptación las ha convertido en “naturales”. Ya son pocos los que se dan el lujo de “hacerse el loco”, de mirar hacia otro lado, o de decir “yo no me meto en eso”. ¡Parece que hemos llegado a una situación de “no retorno”: la situación parecida a cuando, al echarse a un lado, el famoso Pilatos dijo que “se lavaba las manos!

Pero la gente valiosa no desaparece, no se desentienden, aunque la realidad sea difícil, y aunque sepan que en la lucha con los tiempos malos, quedarán huellas psicológicas y sociales, traumas emocionales y físicos; y para muchos más, un sufrimiento existencial durante años de vida. Miles de ciudadanos maltratados, desasistidos, pisoteados, que sufren la agria maldición de cada rechazo y de cada nueva aventura.

Hemos visto llegar el año 2000 de nuestra Era. Diecinueve años más tarde, las circunstancias externas e internas de nuestra nación han sufrido estancamiento y retrasos históricos, pero la mayoría de nuestros cerebros han variado muy poco en el mismo sentido; y se niegan a hacerlo así mismo. ¡Persiste la condición evolutiva y progresiva de los seres humanos! Nuestro modo de reaccionar, de esta manera, no es novedad…
¿Y, por qué duelen tanto esos rechazos y sumadas pérdidas? Son dolorosos, porque la gente en esta sociedad debilitada amanece a la defensiva, durante el día hace vida de angustias, carencias y miedos; y se va en la noche a la cama, con ganas de soñar qué Es, qué No Es, y cómo Es…

Pero, de hecho, es maltrato lo que consigue. Son sentimientos desintegrados, ayudas que no acaban de llegar, compañía humana por desconfiar, fracasos dramáticos en un sistema económico que sólo deja pérdidas acumulativas, de significación y complejidad, en una comunidad sociopolítica disgregada.

Con todos estos indicadores, sabemos que hay algo, o muchos “algos”, que no marchan bien en nuestro sistema social y político de valores y creencias. Es contra indicado fingir que la exclusión no nos afecta, y que “todo rio revuelto vuelve a su cauce”. Sólo sirve para posponer más y más un proceso pendiente, y unas opciones que aunque difíciles de considerar, son las únicas posibilidades que tenemos por delante”.
¡Y de opciones es ya suficiente lo que se ha hablado…!




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