Foto: Detroit News

Con una Triple Corona de bateo, dos premios como Jugador Más Valioso de la Liga Americana y 462 jonrones entre sus logros más importantes, el venezolano Miguel Cabrera podría retirarse hoy mismo y ser electo al Salón de la Fama.

«No lo sé», dijo un sonriente Cabrera el otro día. «¿Tú vas a votar por mí, verdad?

Bueno, veamos. El promedio de bateo de Cabrera en su carrera, de .317, es el sexto mejor de todos los tiempos entre jugadores con por lo menos 450 jonrones. Los únicos que están por encima de él son Ted Williams, Babe Ruth, Lou Gehrig, Stan Musial y Jimmie Foxx.

Puesto de otra forma: Entre todos los bateadores derechos con no menos de 450 bambinazos, sólo Foxx tiene un mejor promedio que Cabrera.

Sí, le digo a Cabrera. Ya te ganaste ese voto.

Y, sin embargo, Cabrera se enfrentará a tres realidades en el 2018: Muy cerca de cumplir 35 años, viene de la peor temporada de su carrera, una en la que se perdió más juegos (32) que los jonrones que dio (16). Empezará la campaña con un equipo en reconstrucción por primera vez desde el 2007, su última zafra con los Marlins. Y los US$192 millones que se le deben a Cabrera hasta el 2023 hicieron que su contrato fuese inamovible durante esta reciente temporada muerta.

La mayoría de los estelares que llenaron el clubhouse de los Tigres durante la primera década del equipo, peloteros como Justin Verlander, Max Scherzer, David Price, Justin Upton, J.D. Martínez e Ian Kinsler, entre otros, se fueron a otros horizontes. También quedaron atrás los días en los que Cabrera dominaba el deporte como el mejor jugador de un equipo que siempre luchaba por la Serie Mundial.

Entonces, le preguntan a Cabrera, ¿cómo es que se motiva ahora?

«Yo siempre sueño con ganar otra Serie Mundial», dijo Cabrera, el único jugador activo en las Grandes Ligas que disputó la Serie Mundial del 2003, que sus Marlins ganaron en seis juegos sobre los Yankees. «Yo creo que esa es mi meta, ganar otra Serie Mundial. Si logramos hacer eso en los próximos dos años, pienso que todo estará en su justo lugar».

«Para hacer eso, todo el mundo tiene que tener un buen año. Esa es mi meta. Esa es mi inspiración, la convicción de que un día podemos ganar la Serie Mundial y pasar por esa experiencia. Yo amo el juego. He soñado con esto toda mi carrera, desde que era un niño. Y sigo soñando».

Cabrera entiende el negocio del béisbol. Entiende que el tamaño de su contrato hace de un cambio algo muy poco probable. Por otro lado, los años que le quedan a ese pacto significan que incluso una reconstrucción de cinco años terminaría antes de que el acuerdo con Detroit expire. ¿Qué otra opción tiene?

Cabrera no se ofende cuando se le pregunta por esos seis años restantes. Por momentos sonríe, como recordándote que su contrato le garantiza que seguirá teniendo la oportunidad de jugar el deporte que ama. Pero también toma un tono más serio, dejando en claro su lealtad hacia los Tigres y el orgullo que siente por saber que está haciendo todo lo posible por cumplir con su parte del contrato.

Las Mayores




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