La artista cubana Carmen Herrera (EFE/ Miguel Rajmil ARCHIVO)

La pintora cubana Carmen Herrera, que alcanzó la fama solo cuando ya era una anciana, murió ayer en su domicilio de Nueva York a los 106 años, según anunció la galería Lisson que la representaba.

«Con inmensa tristeza anunciamos la muerte de Carmen (…) Murió en paz mientras dormía en su estudio-apartamento de Nueva York donde vivió y trabajó desde 1967, la mayor parte de ese tiempo con su marido Jesse Lowenthal, quien también murió en casa en 2000», escribe la galería en su obituario.

Herrera vendió su primer cuadro a los 90 años y, pese a haber pasado desapercibida durante décadas, sus obras cuelgan en el MoMA de Nueva York, el Hirshhorn Museum de Washington y en la londinense Tate Galerie.

Formada en su Habana natal como arquitecta en los años 1938 y 39, completó su educación artística en París, Roma y Berlín, ciudades donde vivió la eclosión de las vanguardias, en particular en París, donde vivió entre 1948 y 1954.

En ese año, se mudó a Nueva York, y trabó amistad con artistas como Mark Rothko o Barbara Hepworth, mientras desarrollaba su estilo minimalista de abstracción geométrica, caracterizado por una paleta muy precisa de solo dos o tres colores en cada composición.

«No hay nada que ame más que una línea recta, ¿cómo explicarlo? Es verdaderamente el principio de toda estructura (…) Alguien me dijo un día que yo pintaré un punto y ya habré acabado», bromeó en una ocasión.

Según su galería, a Herrera la salvó y la condenó al mismo tiempo su rechazo a abrazar cualquier movimiento, incluso el que naturalmente le era más cercano, el minimalismo de los años 70 del pasado siglo, «dominado por varones», pues ese rechazo «la dejó libre para experimentar a su manera».

El New York Times recuerda hoy que Herrera «pintó en la oscuridad durante décadas», en las que vivió de los ingresos de su esposo, un profesor de inglés, y resalta que su salto a la verdadera fama no se produjo hasta 2004.

A finales de 2016, el Whitney Museum of American Art le dedicó una retrospectiva, la segunda exhibición individual que logra la artista cubana en una longeva carrera que comenzó en los años 50 del siglo pasado, después de la que protagonizó en 1984 en el desaparecido Alternative Museum.

A una semana de cumplir 102 años, la artista vendió entonces su cuadro «Verticals» en una subasta de la casa Christie’s por más del doble de lo anticipado, 751.500 dólares, una muestra de la fama que ha alcanzado en los últimos años.




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