Mediante estudios toxicológicos las autoridades tratan de determinar las causas de la muerte del comerciante Adán Andrés Murillo Guerrero (30), quien fue hallado agonizando en su apartamento en Sabana Grande, y a los pocos minutos expiró.

Murillo Guerrero vivía con su madre y una hermana en el tercer piso del edificio Ben, ubicado en el bulevar de Sabana Grande, cerca de la antigua Jefatura Civil, y se dedicaba a comercializar prendas y bisutería.

La madrugada del sábado escucharon cuando Adán llegó y no prestaron atención porque solía rumbear los fines de semana, al llegar se bañaba, comía y dormía unas horas para salir a trabajar.

Pasadas las 6:00 de la mañana, cuando madre e hija se levantaron, lo encontraron tendido en el pasillo, a medio vestir, convulsionando, botando espuma por la boca y minutos más tarde dejó de existir. Pudieron constatar que en la casa había ocurrido un robo.

El cuerpo de Adán Murillo fue llevado a la morgue, pues sospechan que pudieron haberle suministrado alguna sustancia tóxica, como la escopolamina ó burundanga, para anular su voluntad y poder ingresar a su domicilio a robar.

Las autoridades analizan el video captado por las cámaras de seguridad del edificio, desde que Adán Murillo ingresa, acompañado por dos mujeres, y se le observa absorto. Una hora más tarde salen las dos mujeres, cargando los objetos robados, entre estos un televisor, cubierto con una chaqueta, y en las afueras del edificio las esperan unas seis personas (hombres y mujeres), para ayudarlas a cargar el botín.

El cuerpo de Adán permaneció varias horas en el inmueble y aproximadamente a las 5:00 de la tarde fue trasladado a la medicatura forense, donde le asignaron el número 52 del mes de marzo.

Aunque sus familiares negaron que consumiera estupefacientes, no descartan que haya sufrido una sobredosis de droga suministrada por sus victimarios.

Presumen que Murillo fue abordado por el grupo hamponil en las inmediaciones de la Plaza Venezuela, cuando regresaba a su domicilio luego de disfrutar en algún local nocturno, y le suministraron la sustancia adormecedora para poder entrar con el al edificio.

Además del televisor, las mujeres se llevaron botellas de licor, celular, cartera con documentos, dinero y llaves del apartamento. El comerciante era el segundo de tres hermanos y padre de dos niños.




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