Hasta el día de hoy, miércoles 7 de febrero, no se ha logrado la firma de un acuerdo con el gobierno para la realización de las elecciones presidenciales de una manera equitativa. La oposición venezolana no firmará con ese CNE y sin garantías para que se cumplan con los plazos, se anulen las migraciones de votantes y otras artimañas consuetudinarias en el proceder de las rectoras del ente electoral. La estrategia  en este sentido es el camino correcto. No así la parálisis en otros asuntos importantes como, por ejemplo, la selección del candidato por consenso o por primarias. Ello es una demostración más de que la oposición necesita de la unidad. Vemos como han transcurrido semanas y hasta meses y el otro pedazo que no comparte el diálogo no ha hecho una sola movilización de calle; la complementación, el ligue es vital para la victoria se dé la batalla en cualquier terreno.

Sabemos que la política no es estática, y en el caso nuestro por el contario está excesivamente cargada de abundante actividad. De una vehemencia desquiciante que nos obliga constantemente a quitar y poner nuevos proyectos en marchas. Tanto así que quienes le teman a la equivocación, a las rectificaciones, lo mejor es que no trabajen en estos temas proclives a errar.

Por otra parte, hoy día las funciones de la oposición deben ser coincidentes con lo que haga y diga la Comunidad Internacional. Ella ha sido uno de los elementos fundamentales que ha obligado al régimen de Nicolás Maduro a sentarse alrededor de una mesa de negociaciones; contrario a lo que trata de vender el gobierno a algunos cándidos que le compran lo que venden…

Es interesante que de nuevo los sectores políticos al alimón con la sociedad civil hagan un gran esfuerzo en retomar el carril de la unidad para la reivindicación de la democracia. En esto se ha andado. Quizá su avance pudiera ser imperceptible. Estas coincidencias de que el enemigo no es el otro de la oposición sino las piezas del oficialismo, ese hecho aparentemente pueril nos ha mantenido fraccionados por meses de entera consternación. Hay ahora una fuerte tendencia de abocarse contra los atropellos del régimen al tratar de imponer unas elecciones a todas luces ilegales y desventajosas para el pueblo democrático.

Debe ensancharse la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Lo más conveniente es ampliar su círculo y reforzarlo con otros organismos representativos de la sociedad civil, entre otros la Conferencia Episcopal, las universidades nacionales, la clase trabajadora.

Mientras tanto las revueltas sociales, los saqueos y disturbios producto del hambre han ido extendiéndose peligrosamente por toda la región sin saber a ciencia cierta cómo y cuándo se van a detener. La oposición se reagrupará obligatoriamente. El panorama nacional está despejado, no hay nubes que lo tape. Las dificultades económicas, el hambre nos ha convertido en un pueblo famélico, jipucho. La comunidad internacional seguirá cercando al régimen con mayores sanciones. La dictadura de Maduro, sus militares principalmente no podrán tirar del gatillo con tanta indolencia como lo hicieron el año pasado, temen a una real intervención del mundo que nos mira de cerca.

garciamarvez@gmail.com

 




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