Andy Murray, tenista británico. / Foto EFE

Cuatro años después de ganar su último partido en el All England Club, Andy Murray volvió a alzar los brazos en Wimbledon, con un triunfo esperanzador ante el georgiano Nikoloz Basilashvili (6-4, 6-3 y 5-7 y 6-3).

El británico, que cuenta con una prótesis en la cadera, no jugaba en Wimbledon el torneo individual desde 2017, cuando cedió en cuartos de final. Desde entonces, solo ha podido estar en el dobles, hasta que esta edición, gracias a una invitación de la organización, el dos veces campeón (2013 y 2016) volvió para alegría del público londinense.

El sucesor de Fred Perry 77 años después, se erigió en la pista central de Wimbledon como en sus mejores tiempos. Pese a solo haber jugado un torneo desde marzo, Murray demostró que aún tiene ganas de competir y físico para ello. En la superficie que mejor se adapta a su carrera, Murray pasó por encima de Basilashvili, para lograr su triunfo más importante en mucho tiempo.

El de Dunblane, pese a un bache en el tercer set, que lideró por 5-0 y que terminó cediendo envalentonó a la Catedral, pletórica ante el triunfo de su hijo pródigo. Ni su madre ni su mujer se quisieron perder la exhibición de un Murray que haga lo que haga en el resto del torneo ya ha superado las expectativas puestas sobre él.

A sus 34 años y ubicado en el puesto 118 del ránking, el británico sigue adelante en Wimbledon y se enfrentará al ganador del partido entre Oscar Otte y Arthur Rinderknech en segunda ronda.




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