La semana pasada se produjeron tres hechos claves en este viacrucis político en el que nos ha sumergido el tal socialismo siglo XXI. Primero, las exitosas marchas del miércoles 26; en segundo lugar, el paro cívico igualmente  exitoso, el día viernes. Y por último la reunión de sectores de la Unidad y del gobierno con representantes extranjeros incluyendo el del Vaticano quienes  llevarán las riendas de esos encuentros.

Evidentemente que toda la atención pública se volcó hacia el encuentro entre la MUD y el oficialismo. Sin embargo, el ojo del pueblo volteó a mirar hacia la negativa de Voluntad Popular con  visible simpatía al no respaldar el diálogo por considerar que no están dadas las condiciones para ello.

Estos encuentros entre grupos en conflictos de elevada temperatura, históricamente han tomado mucho tiempo, a veces años. Pero en el caso particular de Venezuela la presión es de tal magnitud y las condiciones del gobierno tan precarias que en cuestiones de días, obligatoriamente, deben darse resultados, aunque parciales.

El liderazgo político lleva el timón de mando y así lo acepta la mayoría de los venezolanos, pero ese pueblo ya es un actor dinámico, que opina, que apoya o niega. En pocas palabras, es el amo supremo de los votos y esto le otorga un gran poder de disposición.

Un ejemplo, el caso de la ciudad de Valencia, seguramente fue igual en el resto del país, donde asistió una multitud catalogada por muchos como la más concurrida de todos los tiempos. Por cierto, el gobernador  Ameliach en esta ocasión actúo de manera civilizada, echó al cesto de la basura aquel cruel tweet del “ataque fulminante” de desconsolada remembranza, pienso, que incluso para él.

Esa marcha multitudinaria se dirigió a la autopista por voluntad propia. Es más, gobernador, en contra de la solicitud de los líderes de la MUD que querían conducirlos hacia el centro comercial Shopping Center. Pero la gente no quiere seguir enredando en tonterías. Son otros tiempos, las cosas se mueven en otros tableros; este es otro país con unas dimensiones y condiciones desfavorables para ustedes.

Esta semana se darán otros hechos que pondrán al gobierno en un disparadero: con un diálogo que no será ni de cerca lo que muchos angustiados compatriotas y políticos creen y una marcha hacia Miraflores que como hecho incoherente, el victorioso no será el que mayores muertes escriba en su macabra lista.

 

 

 

 

 




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