Imposible callar, obligación de hablar. Y si la política, que se filtra por todos lados, falseara las intenciones originales del discurso, hay obligación de gritar. Enmanuel Lévinas

Por lo general soy poco amigo de las citas textuales de acreditados y notorios personajes. Sin embargo, en esta oportunidad me vi en la necesidad de recurrir a estudiosos de las ciencias sociales para conocer con mayor propiedad algunos casos puntuales sobre el comportamiento del hombre en la sociedad. Hoy recurro -sin complejos- a este filósofo lituano Enmanuel Lévinas buscando el camino sobre la capacidad de indignación que los venezolanos no debemos perder, y ahora más que nunca. Sencillamente, no debemos relegar la utilidad de la rabia, de la ira, en casos específicos. Sobradas razones las justifican. Para progresar, dejemos atrás esa forma contemplativa con la cual venimos operando en los últimos años mientras el régimen hace y deshace a su antojo. De tal manera que echarles una mirada a los grandes pensadores nos ayuda a recapacitar sobre los problemas colectivos que enfrentamos y a imaginar las maneras más justas de organizar la vida social que ayuden a abrir las trochas para salir del trance en el cual nos encontramos inmersos.

Hurgando más sobre el tema, me tropecé con un experimento de científicos del deporte en Reino Unido, quienes pidieron a los participantes que imaginaran una escena molesta. En aquel momento, fueron sometidos a una prueba de fuerza en las piernas, en la que se les pidió que patearan tan fuerte y rápido como pudieran durante cinco minutos, al tiempo que una máquina midió la fuerza de sus movimientos. La ira llevó a un aumento significativo en su rendimiento, ya que canalizan su frustración hacia el ejercicio, en comparación con los participantes que se sintieron más neutrales. Estudios posteriores encontraron beneficios similares en el lanzamiento de pelota y el salto: cuanto más enojados se sentían, hacían lanzamientos más rápidos o daban saltos más altos. Por estas razones no debemos perder jamás la capacidad de indignación.

Luego de este recorrido, pasemos a nuestros problemas nacionales de manera más precisa. Sobre la situación anímica de nuestros compatriotas que se mueven mayoritariamente entre el hambre, el desconsuelo y por último su andar macabro por la selva panameña de Darién; ocho días de altercados en contra de la muerte. Tengamos presente que la migración venezolana es la segunda crisis de desplazamiento externo de mayor magnitud a nivel mundial de acuerdo con Acnur —agencia de la ONU para los refugiados— mientras que nada parece sugerir que la migración se detendrá pronto.

Para ir redondeando la idea, la decisión de los distintos sectores opositores de ir a elecciones primarias abiertas y sin exclusión de ningún tipo solo vale en aquellos casos donde priven elementos especiales. No está de más apuntar que la sociedad venezolana (SV), la cual definitivamente tiene los votos, no aceptará imposiciones, ni manejos obscenos para favorecer a unos y desfavorecer a otros.  Sin embargo, la SV debe tener muy presente que la política, como la vida misma, está conformada por tropiezos y fracasos; que no hay forma humana de vivir en libertad y en democracia sin partidos políticos, admítanme este lugar común. Tómese en consideración que el ciudadano no militante en partidos políticos no está exento de responsabilidad de lo que concierne a su país. Como esta patria no le pertenece a Guaidó, ni a Maduro ni a nadie en particular, el ciudadano tiene que hacer su parte. No queda otro camino que la convivencia para el reencuentro conveniente y civilizado. Partir del hecho que se puede tener desacuerdos, pero hay que respetar, es decir, convivir con nuestras diferencias. Que históricamente sobre la libertad y las mayorías se han impuesto las armas. En nuestro caso, sabemos quiénes las tienen.

Para terminar, si ciertamente creemos en la democracia y deseamos salir de las sabandijas, es imprescindible ponernos de acuerdo. Tampoco es forzoso quererse; lo más importante es acordar, negociar… Solo quedan dos caminos en este portachuelo donde todos tenemos mucho que perder o mucho que ganar…

garciamarvez@gmail.com




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