Acabemos con lo mal iniciado. Revisemos cómo “se mide” al ser humano en sus dimensiones peor tratadas; porque son claves para comprender su dimensión integral. Sólo así, se mirará a un ser humano auténtico, un ser natural, y tratarlo con justeza, respeto y dignidad.

Un concepto que ha sufrido mayor explotación utilitaria y distorsión figurativa, es el de la mujer, universalmente concebida. Y esto es apreciable bajo el análisis de uno de los elementos presenciales más divulgados de la mujer: ¡Nos referimos, sin duda, a la presencia seleccionada de la belleza “física” femenina!

¡Queremos decir que la figura física de la mujer ha sido paseada, “vendida” estéticamente, y moldeada, a lo largo de miles de años de la historia universal, hasta su conversión a formas como las que hoy se muestran en las competencias o “concursos de belleza”!

¿En qué imagen o idea de mujer piensan hombres, mujeres y aun los niños, cuando nos hacemos estas comprometidas preguntas, que han pasado por manos de tantos adoradores o distorsionadores de la mujer?

De la manipulación utilitaria del concepto “belleza” femenina, proviene el prejuicio devaluativo que afecta, en alta proporción, a todas las mujeres del planeta. Según cómo se ha desarrollado por siglos la idea utilitaria y machista de la “mujer bonita”, llegamos a lo que ahora es el criterio valorativo de belleza integral, y genuina femenina: Con escasas excepciones, el concepto valorativo femenino estuvo, casi siempre, subordinado a una visión limitante: ¡La mujer es valiosa mayormente cuando se le aprecia en su condición y cualidad superficialidad de mujer “bonita”, de patrón o referencia, que se “mide”, se “estiliza”, se estira o encoge, en término de centímetros, milímetros y contorsiones físicas, que puedan observarse en su organismo físico femenino!

¿Recuerdan a “Yo soy Betty la fea”, telenovela colombiana doblada a 25 idiomas y emitida a 180 países, estrenada en octubre de 1991​ y finalizada en mayo de 2001? ¡Arrasó en la televisión latinoamericana! El personaje principal, Beatriz, era una mujer poco atractiva, pero inteligente, competente y sociable.

¿Pueden revisarse los valores de la “mujer bonita universal”?

Se redefinirán, estarán más claros, justos y auténticos, con los nuevos valores de modernidad femenina: Cuando terminen las apreciaciones materialistas, los criterios fotográficos, las opiniones de farándula, ¡cuando avancen las posturas igualitarias para hablar del Ser femenino, como sujeto! ¡Sea en la educación, en la cultura, en la sociedad, en la política, en la familia, en la ocupación, en la profesión! ¡Para que la mujer sea mujer, y no simplemente bonita!

Audrey Kathleen Hepburn, talentosa actriz del teatro y cine belga (1929-1993), al confrontarla sobre la belleza en el cuerpo de la mujer, fue rápida, emotiva, intensa y directa, al señalar que “la belleza de toda mujer no está en su figura física, ni siquiera en la ropa que viste, ni en la forma como se peine o maquille. La belleza de toda mujer -señaló- tiene que verse en la profundidad de sus ojos, que son la puerta de entrada a su alma; ese lugar donde habita el amor”. Palabras salidas del fondo profundo de una mujer progresista y de avanzada…

¡Muy genuinamente femenina!




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