“Estar en la miseria, es no saber lo que se quiere, es entregar la vida a la fe y no a la acción, es descansar en la esperanza, en las creencias o en los demás y no fortalecer la voluntad y luchar por lo que se quiere. La miseria, en efecto, es el gran enemigo de la libertad. Y también lo es la ignorancia, nacida igualmente de la escasez y la pobreza. Un país en el que falla la educación está condenado a un futuro incierto, de la misma forma que un pueblo que se desentiende de la cultura y de las formas entra de lleno en la vulgaridad, se degrada y pone límites a su crecimiento” Fernando Savater
En todas las reuniones, en muchos artículos, en las universidades, o en cualquier foro de construcción de ciudadanía, resulta un lugar común que aparezca, como respuesta a la perversa demagogia del régimen, la promoción de la educación, para sacar de la ignorancia a tantos compatriotas y mejorar con ello la democracia; puesto que la democracia se mantiene cuando los ciudadanos se dan cuenta de sus responsabilidades y de sus derechos y están dispuestos a luchar por ellos. Cuando saben y sienten que para ser libres deben estar constantemente alertas, para evitar que seres ambiciosos se adueñen del poder y les sometan.
Una ciudadanía sin educación, sin preparación, no dedica tiempo a razonar sino a escuchar lo que sus líderes -que ya han pensado por ellos- tienen que decir.
Al no contar con una base racional para emitir un juicio sobre lo enunciado por sus líderes, recurren a otra respuesta muy humana, que es mucho más rápida: las emociones… luego dejan que sean éstas las que indiquen el rumbo a seguir.
Y nos preguntamos ¿Cómo podemos aspirar a tener un liderazgo político si los ciudadanos no tienen forma de educarse adecuadamente? La calidad de la ciudadanía es un fundamento de la democracia, pero a la vez, un resultado. Hace más de tres décadas escribía Paulo Freire:..."La educación debe ser un medio para que la persona tenga una formación idónea para ejecutar sus derechos e ideas. Debe recibir la información que lo nutra y no que lo mantenga como un receptor vacío y pasivo..."
Una ciudadanía más educada, mejor organizada e informada, se constituye en el mayor garante de su funcionamiento y de la institucionalidad. Cuando se educa bien, se eleva al ciudadano y ello le otorga un mayor grado de libertad, un mayor y mejor discernimiento. Una verdadera democracia sólo es posible en la medida en que el pueblo cuente con las herramientas necesarias -preparación y educación- para ejercer la verdadera soberanía y no ser manipulado y engatusado por la ruindad de la demagogia.
La incapacidad del régimen para garantizar el derecho a una verdadera educación de calidad es lo que provoca que una persona ignorante prefiera tener “una misión cualquier cosa” en mano, que cien derechos volando. Si la ignorancia inhabilita a las personas como ciudadanos, la miseria es la negación misma de la ciudadanía.
De manera cínica y descarada, a lo largo de estos años, el régimen prometió abundancia y engendró miseria, prometió libertad y engendró servidumbre.
Pero, esperemos que el ciudadano comprenda de una vez por todas que este gobierno mentiroso y despilfarrador no pudo cumplir en más de dos décadas, ni podrá nunca, porque no cuenta con la capacidad, la formación, la dedicación, ni el personal adecuado para emprender la impostergable tarea de sacar a la Nación de ese marasmo al cual él mismo terminó de llevarla.
Se hace menester repetirlo: la miseria y la ignorancia debemos eliminarlas de raíz, combatiéndolas con educación de calidad, puesto que cuando se educa bien, se eleva al ciudadano y ello le otorga un mayor grado de libertad, un mayor y mejor discernimiento; y con políticas que erradiquen el hambre y la desnutrición.
¿Hacia dónde vamos? Nadie lo sabe. Solamente sabemos que tenemos que cambiar si queremos un futuro más halagador y menos miserable, pues si algo ha aprendido la Humanidad, es que la ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre.
Manuel Barreto Hernaiz