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A las madres les toca dormir en colchonetas, incluso sin estar recuperadas del parto o la cesárea. (Foto cortesía)

A Joselina Guevara no solo la agobia la angustia de tener a su hijo hospitalizado en el área de neonatología de la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET). Desde hace dos meses, tras dar a luz, prácticamente vive a las afueras del centro de salud junto a un grupo de padres en la misma situación: sin recursos, pero con la esperanza de ver a sus hijos recuperados.

Debido a que la CHET no cuenta con habitaciones para quienes tienen a sus hijos internados, a los representantes no les queda otra opción más que dormir en las adyacencias del hospital. A las mujeres les corresponde quedarse en un área conocida como “la pérgola”, mientras que los hombres deben dormir en la calle. Todos en colchonetas tiradas en el suelo o en hamacas.

Joselina describe su transcurrir en la CHET como una experiencia “bastante fuerte”, no solo por el cuadro de salud complicado en el que se encontraba su hijo, a quien los doctores no le daban esperanza de vida, sino también por las condiciones en las que se mantiene sobreviviendo en “la pérgola”, durmiendo en el piso y pasando hambre porque “si conseguimos (dinero) para hacerle los exámenes al bebé, no se consigue para comer”.

Como ella hay otras 12 mujeres cuyos hijos están en neonatología. Pero son muchas más personas las que se quedan en los alrededores de la institución sanitaria. A algunas madres les toca quedarse allí incluso estando todavía en recuperación después de un parto o con las heridas de la cesárea sin cicatrizar.

(Foto cortesía)

Un solo baño con una cortina de plástico que separa a la ducha y de las dos pocetas es el único que hay disponible y, según Joselina, está completamente insalubre. Entre todos hacen su mejor esfuerzo para no sea peor, por lo que procuran limpiarlo con cloro y desinfectante que ellos mismos deben comprar.

Además, desde hace tres días les comenzaron a pedir que llevaran los insumos descartables, como jeringas y yelcos. En el caso de Joselina, para su hijo le piden al menos 15 jeringas diarias, lo que representa un duro golpe para su bolsillo.

Doris Montenegro también sobrevive en “la pérgola” mientras su hijo se encuentra internado. “No estamos en muy buenas condiciones, ya que dormimos en el suelo. No tenemos seguridad tampoco. Tampoco nos dan insumos como tapabocas y antibacterial”, dijo. Como casi nunca hay agua en el único baño habilitado, más de una vez le ha tocado ingresar a la unidad de neonatología sin ni quiera bañarse.

Por su parte Julio Guevara es parte de los padres que les toca dormir en plena calle, mientras su pareja se queda en “la pérgola” desde hace un mes y 15 días, que es el tiempo que lleva su hijo hospitalizado. Señaló que de noche le preocupa la seguridad de su esposa, porque en varias ocasiones se han metido a robarles las cosas.




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