El papa Francisco rechazó hoy la forma de ejercer una autoridad que, lejos de servir de ejemplo para los ciudadanos, "se vuelve opresiva, no permite que la gente crezca y crea un clima de desconfianza y hostilidad, que lleva también a la corrupción".
Jorge Bergoglio realizó estas reflexiones desde el palacio apostólico vaticano y momentos antes del rezo del Ángelus dominical.
"La autoridad es una ayuda, pero si se ejerce mal, se vuelve opresiva, no permite que la gente crezca y crea un clima de desconfianza y hostilidad, que lleva también a la corrupción", condenó.
Subrayó que uno de los defectos más frecuentes de quienes disponen de una autoridad, "sea civil o eclesiástica, es exigir de los demás cosas, incluso justas" que después "ellos no practican en primera persona".
Por el contrario, prosiguió, la autoridad debe servir de "buen ejemplo para ayudar a los otros a practicar lo que es justo y debido, sosteniéndolos en las pruebas que se encuentran en el camino del bien".
Además, aconsejó a los católicos que no busquen "títulos de honor, de autoridad o supremacía": "Personalmente me duele ver a personas que psicológicamente andan corriendo detrás de los honores", añadió.
Finalmente, destacó la modestia como un valor esencial a tener en cuenta diariamente y criticó a quienes se consideran "superiores a los demás".