(Foto Dayrí Blanco)

Leonardo González ya se veía tras barrotes y sometido a un sistema de justicia lleno de vicios. “Está bien, llévenme”, les dijo con las manos alzadas a los funcionarios de la Policía de Carabobo que lo perseguían mientras le disparaban al carro que conducía desde una barricada en la avenida Valencia de Naguanagua. Pero la respuesta de los uniformados fue poner fin a la persecución con 12 impactos de bala directos a su cuerpo. Lo asesinaron y sus vecinos vieron cómo cayó al suelo.

Lo siguiente fueron gritos desde las casas y apartamentos: “Lo mataron. Ustedes le dispararon”. Los funcionarios se retiraron y llegó una comisión de la Policía Municipal a resguardar el cuerpo. Casi de inmediato la calle principal de Los Guayabitos, donde ocurrió el suceso se llenó de personas que lo conocían de cerca, amigos y familiares que lloraban indignados.

González era un líder en la comunidad. Fue miembro de mesa en el proceso consultivo del 16 de julio en el sector y se encargaba de la logística de alimentación para sus vecinos durante las manifestaciones. El mediodía de este jueves estaba junto a ellos organizando la sopa que les haría. En la maleta de su carro tenía agua, caramelos y verduras. En ese momento llegó la comisión mixta de la policía estadal y la municipal a reprimir. Todos en el lugar corrieron a resguardarse en sus hogares. Él intentó hacer lo mismo pero en su vehículo y fue perseguido hasta morir. En la carrocería de su Spark dorado se contaron nueve impactos de bala, sus neumáticos estaban espichados por los disparos.

Mientras el cuerpo de la víctima era trasladado a la morgue de Valencia, otro grupo de funcionarios de la Policía de Carabobo siguió con las acciones represivas. Esta vez fue desde el distribuidor Mañongo de la Autopista del Este, donde dispararon perdigones, metras y lacrimógenas a manifestantes que estaban en la avenida Salvador Feo La Cruz, que se defendieron con cohetones y piedras.

Fueron dos horas de intenso enfrentamiento que terminaron con la actuación de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), quienes con un gran arsenal de represión disolvieron la protesta y persiguieron a los jóvenes que corrieron hacia la urbanización El Trigal. El resultado fue la aprehensión de cuatro hombres y dos mujeres.

Más temprano, a las 6:00 a.m., Yoselín Camacho, de 20 años, estaba con un grupo de 15 personas en la barricada de El Morro, en la Avenida Don Julio Centeno de San Diego, cuando un motorizado molesto pasó por el lugar, volteó y disparó. La bala entró y salió del muslo de su pierna derecha. Fue trasladada al ambulatorio del pueblo del municipio, donde se descartó que la lesión fuese de gravedad.

De manera simultánea, mientras esos hechos violentos sucedían, la Gran Valencia estaba paralizada. 90% de ausentismo laboral en la Zona Industrial, 95% de los comercios cerrados y 80% del transporte público sin funcionar así lo evidenció.

El segundo día de paro cívico en Carabobo estuvo marcado por la violencia y la persecución. Así fue como Leonardo González murió. Él nunca imaginó que sus últimos segundos de vida serían con las manos alzadas, frente a los funcionarios que había visualizado como su boleto a la cárcel solo por manifestar, no al cielo.




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