(Foto AFP)

Pocas cosas definen mejor las concepciones de Paulo Guedes, gurú económico de Jair Bolsonaro y probable ministro de Hacienda de Brasil si el líder ultraderechista es electo presidente, como su visión del Estado: cuanto más chico, mejor.

Es que este exprofesor, fundador de centros de estudio económico, de bancos y gestoras de cartera, es un ultraliberal de pura cepa.

Sus ideas y promesas explican por qué la Bolsa de Sao Paulo celebró con un alza de hasta 6% en la apertura de este lunes la clara victoria obtenida por Bolsonaro en la primera vuelta (46% de los votos), que lo deja en inmejorable posición para derrotar al izquierdista Fernando Haddad (29%) en el balotaje del 28 de octubre.

Formado en Brasil pero moldeado en la cuna del liberalismo económico moderno, la Universidad de Chicago, donde hizo su maestría y su doctorado, Guedes, de 69 años, fue siempre un activo promotor de su credo: apertura económica, reducción de impuestos y simplificación de la estructura fiscal.

Tal vez por eso su acercamiento a Bolsonaro, un proteccionista de todas las horas, llamó la atención. Incluso chocó a quienes entienden que el proteccionismo histórico brasileño no entra en el diccionario de ningún liberal ortodoxo como Guedes.

Bolsonaro solucionó el tema con una voltereta: «De verdad, no entiendo de economía», confesó al diario O Globo.

«La última que dijo que entendía fue Dilma [Rousseff, la presidenta de izquierda depuesta por el Congreso en 2016] y fundió el país», completó Guedes en una conferencia en enero, según reportó el diario Folha de Sao Paulo.

– ‘Superministro’ privatizador –
Guedes se perfiló rápidamente como un colaborador de enorme peso en un eventual gabinete del Partido Social Liberal (PSL) del excapitán del Ejército Bolsonaro.

Un ‘superministro’, como le dicen en Brasil, que debería unir bajo su mando las actuales carteras de Hacienda, Industria y Comercio, Planificación y la secretaría encargada de Asociaciones e Inversiones del Estado.

De semblante serio y expresión lindante con la preocupación, gafas y cabellos canos, Guedes es el hombre al que Bolsonaro espera encomendarle la titánica tarea de sacar a Brasil -un mercado de 208 millones de personas- de dos años de recesión y otros dos de bajo crecimiento.

Sus desafíos: reducir el déficit fiscal y revertir la imparable trayectoria de ascenso de la deuda pública, que pasó del 58% del PIB en 2013 a 77,3% en la actualidad, y que sin reformas podría llegar a 140% en 2030, según el Banco Mundial.

Guedes trae una receta de su manual de Chicago bajo el brazo: «Reducir la deuda pública en un 20% mediante privatizaciones, concesiones» y la venta de propiedades estatales, según indica el programa de Bolsonaro.

Un proyecto delicado, en un país donde los servicios públicos prestados por el Estado son parte de la cultura y la tradición. Empresas emblemáticas como Petrobras, la compañía eléctrica o el correo, son públicas, y el respaldo financiero estatal es un salvavidas permanente que jamás tendría una empresa en el ámbito privado.

Guedes también es partidario de una transición del actual sistema de jubilaciones hacia un régimen de capitalización o cotizaciones individuales. Un modelo similar al de Chile, donde el asesor de Bolsonaro se desempeñó como profesor universitario en los años 80, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989).

La convivencia Guedes-Bolsonaro ya tuvo tiranteces.

En setiembre, el asesor puso los pelos de punta a los empresarios al decir que podría resucitar un impuesto a las transacciones financieras (CMPF), exceptuando las bursátiles, en reemplazo de cinco gravámenes.

Bolsonaro tuvo que salir a apagar el incendio.

«El presidente seré yo. Hablé con él. Me dijo que fue un error. Él quiere disminuir la cantidad de impuestos», explicó esta semana en una entrevista con una radio de Pernambuco (noreste). E insistió: «Tendremos un ministro, sí, pero por encima de él, hay un comandante en jefe y ese comandante en jefe se llama Jair Bolsonaro», remató.

 




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