Foto cedida por XINGU 230, de un grupo de periodistas y curiosos que aguarda a las afueras de la cárcel en la ciudad amazónica de Altamira en el estado de Pará. EFE

A 57 subió el número de muertos este lunes después de un nuevo y sangriento enfrentamiento entre dos facciones criminales rivales en una remota cárcel del interior del estado amazónico de Pará, ubicado en el norte de Brasil.

Al término de más de cinco horas de motín, las autoridades confirmaron que al menos 57 reclusos del Centro de Recuperación Regional de Altamira, en el sureste del estado, han perdido sus vidas.

De entre ellos, 16 fueron decapitados y los otros 41 murieron asfixiados a raíz del humo que se propagó por diversos espacios del complejo carcelario después de que los atacantes se encerraran en un salón e incendiaron el local.

Se trata de la mayor masacre en presidios brasileños en lo que va de 2019.

La segunda ocurrió el pasado mayo, cuando una cadena de enfrentamientos en cuatro diferentes cárceles del Estado de Amazonas dejó un saldo de 55 muertos en menos de 48 horas en la capital de Manaos, también en el norte de Brasil.

Ante los hechos, el Gobierno regional aceptó utilizar los 10 cupos que ofreció en cárceles federales el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sergio Moro, tras conocer la tragedia.

Próximamente, 10 de los 16 líderes identificados de las dos facciones enfrentadas serán transferidos a penitenciarias federales y otros 46 detenidos a diferentes prisiones del estado.

El trágico motín de este lunes ha vuelto a reabrir el intenso debate sobre las precarias condiciones de las penitenciarias de Brasil, el tercer país con más reclusos en el mundo detrás de Estados Unidos y China.

El ataque dentro de la prisión de Altamira ha chocado a la opinión pública debido a su ferocidad.

«Fue un ataque localizado y orientado a exterminar integrantes de una facción rival. Ellos (los atacantes) entraron, mataron y prendieron fuego», afirmó el secretario y dirigente de la Superintendencia del Sistema Penitenciario del Pará (Susipe), Jarbas Vasconcelos, en declaraciones a la prensa.

La Susipe detalló que la pugna comenzó sobre las 07.00 hora local (10.00 GMT), cuando los agentes carcelarios servían el desayuno a los reclusos.

Minutos después, presidiarios de un segundo pabellón, quienes pertenecen a una facción criminal con ramificaciones en todo el territorio brasileño, habrían irrumpido e iniciado un ataque con «armas artesanales», en su mayoría cuchillos, contra los integrantes de la organización rival, más implantada localmente.

Durante la acción, dos agentes carcelarios fueron capturados como rehenes, pero fueron liberados horas después sin heridas de gravedad.

Al menos otras dos personas resultaron heridas y fueron ingresadas en un hospital de las cercanías del centro de reclusión de Altamira, ubicado a unos 850 kilómetros de la capital de Pará, Belém.

Asimismo, equipos de socorro, de la Policía Militarizada, Civil y del Juzgado del estado se dirigieron al lugar de los hechos y finalmente lograron poner fin al motín.

Familiares de algunos de los reclusos habían realizado a finales del pasado mayo protestas y pedidos para que las autoridades transfirieran integrantes de una de las facciones a otras unidades de detención.

Pero según Vasconcelos, no había ningún «indicativo» de los servicios de Inteligencia sobre una posible pugna entre las dos bandas y, por eso, no estaba prevista la transferencia de presos a otros complejos carcelarios.

Por su parte, la Alcaldía de la ciudad informó en un comunicado que «sigue acompañando la situación en el presidio» y está en contacto con el gobernador regional de Pará, Helder Barbalho, para tomar las medidas necesarias.

En contraste a los números divulgados anteriormente por el Gobierno del estado -de que el complejo tendría capacidad para 200 presos aunque alberga 311-, el Consejo Nacional de Justicia detalló en un informe que el presidio mantiene un total de 343 reclusos, más que el doble de su aforo, que es de 163 plazas.

Según el documento, el Centro de Recuperación Regional de Altamira cuenta con condiciones que fueron clasificadas como «pésimas», debido a su situación de superpoblación y escasez de agentes carcelarios.

Desde 2017, Brasil se ha visto sacudido por una crisis en su sistema penitenciario, que sufre con una superpoblación con 730.000 reclusos y precarias condiciones estructurales y laborales.

En ese año, una racha de pugnas en el interior de unidades penitenciarias se extendió por diversos estados del norte y noreste del gigante suramericano y resultó en un saldo de 126 muertos. EFE




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