El periodismo tiene una diferencia abismal con la propaganda política. En cualquier gestión gubernamental, los canales del gobierno no hacen periodismo libre. Solo difunden propaganda política para vender la imagen del gobernante y ensalzar las acciones de su gobierno, por muy deficitarias y caóticas que sean. Todo con el propósito de obnubilar a la población receptora  y adoctrinarlo a favor de esa administración gubernamental, mediante el continuo bombardeo de noticias e informaciones tergiversadas a favor de esa causa política.

El verdadero periodismo es realizado por profesionales de la comunicación social formados  académicamente  para buscar y confrontar la verdad; para difundir la noticia con ética y sin ninguna parcialidad política; para separar la profesión de la militancia partidista y para no convertirse en esclavo ni títere del político que le exige bailar según la música que él cante. El periodismo independiente lo ejercen aquellos profesionales que no son proclives en caer en la manipulación partidista de grupos e individualidades  y no le dan cabida en sus vidas al  palangre como medio de subsistencia. Tampoco aceptan laborar con clichés predeterminados para esconder la realidad tal cual como es para beneficiar a parcialidades  y grupos políticos.

El periodista por vocación, convicción, pasión y ética no trasgrede la verdad. Por eso,   no cree a priori  todo lo que oye, ve u observa, sino que profundiza la situación, mediante la  investigación constante, la confrontación de opiniones y el estudio de datos y estadísticas que le permitan  conocer certeramente los acontecimientos, en aras de analizarlos y plasmarlos de forma transparente, ecuánime  y crítica, sin voltear ni alterar la realidad  a favor de ninguna de las partes involucradas en la situación.  No se convierte, igualmente,  en una pieza clave para acabar con la libertad de expresión en una nación, sino que por el  contrario alza su voz en contra de la violación de ese derecho tan fundamental en la vida humana y no acepta el cierre de ningún medio de comunicación social, sea audiovisual o prensa escrita, porque sabe que la democracia se fortalece con su actividad crítica, educativa, formativa e informativa.

El verdadero periodista es crítico, analítico y no trasgrede la realidad para amparar ideologías partidistas ni a gobernantes populistas y demagogos. No se quiebra ante las presiones políticas externas e internas ni vulnera su concepción de libertad y prensa libre por sobornos ni amenazas.

Un Estado sin prensa libre  no es democrático y como prueba está Cuba, donde circulan sólo periódicos oficialistas, controlados por el gobierno, de los cuales el más emblemático es el Granma, fundado el 4 de octubre de 1965, porque es el escudero mediático de las atrocidades cometidas por ese régimen comunista, por cuanto no se difunden  las penurias y vejaciones sufridas día a día por los pobladores de esa isla.  Sólo  se realza la gestión gubernamental. No se informa la realidad. Únicamente se hace propaganda política. Es decir, es un medio distorsionador de los hechos que ha servido para manipular a los cubanos que no pudieron escapar hacia otras latitudes y para mantenerlos adoctrinados frente al régimen dictatorial castrista que hoy sigue ejecutándose  en manos del nuevo presidente del  Consejo de Estado de la  República de Cuba, el ingeniero Miguel Díaz Canel.

Patrón que de acuerdo con sus actuaciones gubernamentales frente a la prensa libre es la que pretendió imponer Hugo Chávez en Venezuela y la que ha seguido el presidente Nicolás Maduro y quienes le acompañan en el gobierno, por  cuanto no les bastó negarle la concesión a Radio Caracas Televisión ni a las primeras 64 emisoras de radio, a las cuales obligaron apagarse cuando le negaron la señal y quitaron su dial radiofónico, pues han continuado con su ataque a los medios de comunicación independientes para quebrarlos y dejarlos fuera de circulación, impidiendo su acceso al papel periódico, en caso de los medios impresos, o restringiendo su difusión digital, a través de las parrillas de Cantv, digitel, Movilnet. E igualmente, supervisando de manera enfermiza la política editorial de los pocos canales de televisión que han perdido su criticidad frente a las deplorables acciones públicas gubernamentales.

Con su visión anárquica de gobernar, buscan la subyugación de los periodistas críticos y que los medios a los cuales representan le sirvan de asidero y plataforma comunicacional para perpetuarse en el poder. Trabajan en aras de que la prensa libre  se transforme en sus medios propagandísticos  que claudiquen a sus pies, porque saben muy bien que quien se alimenta de propaganda y noticias oficialistas siempre será un ignorante de la realidad, un receptor  manipulable y  un ser alienable que al final se convertirá en el principal defensor del gobierno, por muy atroces que sean sus actuaciones y ejecuciones gubernamentales.

En Venezuela, quien vea Venezolana de Televisión, Vive Tv, Coquivacoa, TVES, Telesur y hasta muchos programas de Globovisión o lea Ultimas Noticias, El Correo del Orinoco u otro periódico oficialista, será siempre un manipulado, alienado y defensor a ultranza del gobierno, porque manipulan tan bien la información que hacen creíble el falso discurso sobre  la guerra económica, el saboteo eléctrico, la invasión norteamericana a Venezuela y la responsabilidad de los Estados Unidos frente a la escasez de medicinas y comida en el país, tras las sanciones impuestas a los funcionarios del gobierno por corrupción, violación de los derechos humanos y estrecha comunión con el terrorismo y otros cuentos con que los oficialistas trasgreden la realidad política, económica y social de esta nación en hecatombe, a causa de las expropiaciones, confiscaciones, nacionalizaciones de empresas altamente productivas, así como por la importación del 90 por ciento de todo lo que aquí se consume por la destrucción del aparato productivo nacional y demás políticas pro comunistas de quienes gobiernan desde hace 20 años.

Ante esa realidad tan nefasta provocada por quienes desde hace dos décadas dirigen a esta nación, en otrora tan próspera, el periodismo crítico no puede claudicar, porque sería la muerte para esta patria que se niega a morir y enterrar sus valores democráticos, porque fueron alcanzados a través del derramamiento de mucha sangre y la pérdida de libertad de muchos de quienes en 1958 hicieron huir al dictador Marcos Pérez Jiménez, porque desde que Bolívar independizó a Venezuela, ningún venezolano acepta vivir en un régimen dictatorial, mucho menos en un modo de producción comunista en el cual se le niega a la ciudadanía hasta respirar con libertad, porque se le enajena su vida y violan todos sus derechos como ser humano, porque el comunismo buscar transformar al ser humano en simples zombis y títeres que acepten plácidamente todo lo que ellos ordenen, hagan y deshagan. En Venezuela, los medios críticos no pueden convertirse en medios propagandísticos del gobierno, porque eso sería la extinción del periodismo en Venezuela.

 

 

 

 




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