El afán de atraer a los electores que no votaron por ellos en la primera vuelta de los comicios celebrados recientemente en Chile ha obligado a los dos finalistas, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier, a asumir propuestas e incorporar figuras políticas que les son ajenas.
La necesidad de ampliar el horizonte electoral es notoria en el caso del abanderado de la derecha, por cuanto el inesperado resultado alcanzado en la votación del pasado domingo (un 36,6 % frente al 44 % que le daban las encuestas) le obliga a buscar el apoyo explícito de sus adversarios.
El candidato de Chile Vamos no ha tenido reparo alguno en aceptar el respaldo de sus dos principales contrincantes, el diputado ultraconservador José Antonio Kast, y el senador Manuel Jose Ossandon, estandarte de la llamada "derecha social".
Kast, un diputado con fuerte arraigo entre el pinochetismo y sectores cristianos ultraortodoxos, quería que fuesen él y Piñera quienes pasasen a la segunda vuelta, barriendo del mapa electoral a los candidatos progresistas.
No lo logró, pero obtuvo un 7,9 % de votos, muy por encima del 5 % que le daban los sondeos.
Durante la campaña, Kast se quejó del "desprecio lamentable" de Piñera hacia su candidatura. "La soberbia y la prepotencia son muy malas consejeras", le advirtió a su contendiente de la derecha.
Pero la noche electoral, el exmilitante de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente, salió rápidamente a respaldar al expresidente.
En lugar de regodearse por su inesperado ascenso, Kast estrechó la mando de quien cuatro horas antes era su contrincante. "A partir de mañana, con la misma alegría y entusiasmo, asumiremos la tarea de hacer posible el triunfo del candidato de Chile Vamos (...), no vamos a exigir nada ni a condicionar nuestro apoyo", aseguró.
Pero si sorprendente fue la ayuda de José Antonio Kast, más lo fue aún que su adversario en las primarias, el senador Manuel José Ossandn, un declarado enemigo político de Piñera, se aviniera a colaborar con él.
"Yo no soy amigo suyo, voy a apoyarle (...), y si no cumple, le voy a 'dar como a caja'", advirtió el Ossandon, a quien muchos analistas tildan de populista de derechas.
Además de estos inesperados apoyos, Piñera ha reforzado el corazón de su comando electoral con la incorporación de los senadores electos Felipe Kast, Juan Antonio Coloma y Francisco Chauán, quienes el pasado domingo obtuvieron con una sólida votación.
Mientras tanto, en la vereda de enfrente, el candidato de Fuerza de Mayoría, Alejandro Guillier, aguarda la decisión que el próximo día 29 adoptarán las bases del Frente Amplio, la coalición de izquierda cuya candidata, Beatriz Sánnchez, cosechó un excelente resultado (20,2 % frente al 22,7 de Guillier).
Los dirigentes del Frente Amplio, formación emergente de izquierdas a quien los analistas comparan con la española Podemos, ha dejado claro que sea cual sea el resultado de la consulta entre sus 30.000 simpatizantes, no están dispuestos a formar parte de un eventual Gobierno de Alejandro Guillier, sino que desempeñarían un rol de "oposición crítica".
El aspirante oficialista ya ha recibido el respaldo de la Democracia Cristiana, la formación de centroizquierda que durante 27 años formó parte de las coaliciones progresistas que gobernaron Chile (Concertación y Nueva Mayoría), pero se desgajó justamente en estas elecciones.
El fracaso de su abanderada, Carolina Goic, con apenas un 5,8 % de votos, aceleró los acontecimientos: Goic renunció a la presidencia del partido en un tumultuoso consejo nacional en el que el sector crítico logró arrancar el respaldo a Guillier.
"Hoy es la hora de reafirmar nuestra condición de partido de centroizquierda", señalaba el documento aprobado, aunque cabe la duda de hasta qué punto secundarán este apoyo los votantes de una formación que cuenta con un ala moderada refractaria al oficialismo.
Además de las figuras políticas y el electorado que puedan sumar, ambos candidatos ya han empezado a incorporar propuestas programáticas ajenas, desde la ampliación de la gratuidad en la educación superior aceptada por Piñera, hasta la sustitución del crédito estudiantil con aval del Estado que hoy manejan lo bancos, en el caso de Guillier.
Lo reñido e imprevisible del balotaje es un buen motivo para asumir ideas e incorporar a personas que hace ocho días se consideraban inaceptables.