Con los ojos llenos de lágrimas, sonrisas que entremezclan tristeza y esperanza, y la frase “por nuestros hijos” votan la mañana de este domingo 16 de julio, en la consulta popular, muchos residentes de Guatire.
No se conocen entre sí, pero se miran a los ojos como si fueran amigos de toda la vida
Algunos aspiran a darles un futuro mejor a sus descendientes que están en suelo venezolano; otros sueñan con el regreso de los que se fueron. No se conocen entre sí, pero se miran a los ojos como si fueran amigos de toda la vida y, luego de firmar, dicen “por mis hijos”, “por mis nietos”, “por reunir a la familia de nuevo”.
Claritza es una de las voluntarias, guía a quienes firman para que el proceso se haga rapidito en el punto soberano de Castillejo. Sus dos hijos se fueron de Venezuela; el menor partió hace 10 años y la mayor el año pasado. Ella lucha por tener una vejez en paz, sin carencias, que sus muchachos no tengan que mandarle dinero para hacer mercado.
Los descendientes de Margot no quieren irse de Venezuela por nada del mundo. Se empeñan en invertir tiempo, esfuerzo y dinero en su país. Quieren que la familia siga unida, pero la situación política incide en la económica y los emprendimientos van de capa caída. Ella llora mientras firma, e intenta cantar “Color Esperanza”, esa canción de Diego Torres que se ha convertido en himno de la oposición desde hace años. Otras electoras la abrazan.
En Castillejo la gente no se va; luego de votar se quedan para dar apoyo al personal de las mesas, orientar a los que llegan “y estar pendientes de que no vengan a sabotear”. La Guardia Nacional pasa cerca en una patrulla y la pitan.
En El Ingenio aplauden a quienes van a votar este domingo, mientras vocean “¿Quiénes somos? Venezuela. ¿Qué queremos? Libertad. El ambiente es alegre, aunque la concurrencia es menor que en Castillejo.
La Rosa, un bastión opositor, está repleta de votantes. Es un drama estacionar el carro para llegar al punto ubicado cerca de la iIglesia.
Araira cuenta con buena afluencia de votantes, así como el punto de la Katina, en el primer bulevar de Guatire. Allí firman los nativos, no la gente de clase media que vino a vivir a la zona. Echan chistes, se llaman por los apodos y se cuidan los carros unos a otros mientras votan.
El Pitazo