Foto: Cristian Vera

Jamás hubo una crisis igual. Desde que se llevan datos estadísticos ningún sondeo es como el de los últimos tres años y medio. Luis Pedro España, sociólogo, profesor e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, le define como el retroceso más espectacular en términos sociales y de pobreza. “Desde que el petróleo se convirtió en un insumo rentístico, no tenemos registro similar. Ha aparecido el hambre”.

-¿Cuántos salarios mínimos se necesitan para vivir?

-Es muy relativo. Normalmente las canastas de consumo normativo son para medir la situación social. No son un deber ser. ¿Cuánto debe ser el ingreso?, todo el que sea posible ¿Cuántas necesidades hay que cubrir?, todas las que sean posibles. Las canastas lo que hacen es medir la realidad, no decir qué debería ser lo real. Los gobiernos tienen la manía de igualar la canasta normativa de alimentos con el salario, y piensan que así se erradica el hambre: un error garrafal. El objetivo de la política social no es ir hacia los mínimos, sino a las aspiraciones. La del Cendas, hecha por la federación de maestros, es una canasta aspiracional como gremio. Lo que cuesta mucho que la gente entienda es que hay una canasta para vivir -póngale un número cualquiera (500, 600 mil bolívares)- pero hay otra para medir que es mucho menor: y esa lo que nos muestra es que tenemos los niveles de pobreza a los que nunca habíamos llegado: ese mítico 80% en 2016.

En sectores populares la dieta del venezolano estaba muy basada en harinas, grasas y azúcares. Precisamente es lo que no se consigue. “Por eso vemos a la gente flaca”. Cuando se consigue tienen un precio indexado de 850 bolívares por dólar aproximadamente.

-Usted dijo que entre 60% y 70% de la población si no come regulado, no come, ¿Dónde quedaron los CLAP?

-Ya ni ese porcentaje. Ya lo regulado se acabó. La corrección económica ya ocurrió, o está ocurriendo en dos terceras partes. Hay unas bolsas que regalan, casi una política social pero pésimamente distribuida y no se la dan a quien más necesita, sino a quien se organiza y pelea por la bolsa. Si tú te puedes organizar no eres pobre. El simple hecho que hagas una lista entre vecinos, ir al consejo comunal; nada más el tiempo y energía te define como ‘no pobre’. Entonces, para poder alcanzar la bolsa tienes que tener un lobby de clase media popular (pero clase media) que no pueden hacer los pobres. Ellos están todo el tiempo detrás de la subsistencia: no tienen tiempo de organizarse en listas ni visitar el comando de la Guardia. La que hace eso es la burguesía del barrio: a ellos sí les llega la bolsa de comida, no a los pobres. El mecanismo de distribución está sesgado para no llegar a los más desposeídos. Y siempre ha sido así en la política de diseño de las misiones de este Gobierno: excluyente de los pobres.

-Entonces la reivindicación fue una gran mentira.

-Absolutamente. Hubo una sola verdad: el boom de consumo auspiciado por los precios del petróleo. Y eso se destinó a distribuirlo para el consumo con un tipo de cambio muy barato que subsidió televisores y viajes en primera clase a Europa. Cuando se acabó ese boom de consumo vino lo que ahora vemos.

Cuando hay recesión, lo primero que se hace es un reajuste del presupuesto familiar

España cree que las familias pueden estar anclándose en situaciones de pobreza estructural. Cuando hay recesión, lo primero que se hace es un reajuste del presupuesto familiar. Pero este tipo de pobreza se supera si al país le va bien. Lo que le preocupa al investigador es que la crisis venezolana va para su cuarto año:

eso implica que la gente está tomando decisiones como vender activos (casas, carros, electrodomésticos) y en algunos casos prohibiendo su oportunidad de desarrollo (niños que abandonan las escuelas, jóvenes que suspenden el semestres en la universidad) que los hacen pobres de manera estructural, porque aún si los índices económicos mejoran, ellos seguirán con sus capacidades mermadas.

 -Usted ha dicho que el bachaqueo es una empresa ¿Por qué?

-La gente piensa que es una actividad individual, pero no. Está el que pone un capital, el que organiza, el que hace la cola y el que termina con el producto acaparado. Es una estructura. Pero el bachaqueo está en desuso. Está destinado a desaparecer ¿Por qué?, porque cuando compras un litro de aceite, luego de una cola, en cuatro mil bolívares, ¿en cuánto se lo vas a vender a la gente, seis mil máximo?, no más. Antes ese mismo litro costaba 60 bolívares y te lo vendían en 500 y sí lo podías pagar. La lógica del bachaquero está perdiendo importancia porque ya los precios están ajustados o en ese proceso. Los precios son como una represa que intentas tapar con un dedo. ¿Quiénes eran los bachaqueros? trabajadores del sector informal, buhoneros, que cambiaron de ramo y tendrán que volver a lo que antes hacían.

-En sus artículos, ha dicho que no hay forma de recuperar el país sin salir de Maduro.

-Sí, porque tenemos un Gobierno que identificó a los venezolanos como enemigos. Ya no son los empresarios, sino nosotros: ya no podemos comer, trabajar, tú, yo ¡todos! Hasta que no se acabe ese Gobierno no mejorará. Ya  ni siquiera es un tema ideológico: creo que eso es una mampara, una música de fondo, la letra de esta canción es la de una gente que se quiere mantener en el poder a como dé lugar y que al enfrentar al sector privado nos convirtió a todos en enemigos.

-¿En cuánto tiempo puede recuperarse la economía?

-Hablemos de emergencia. Esta se puede superar con importaciones que pueden llegar luego de inyección de dólares con financiamiento internacional. En nueve meses aproximadamente los inventarios de alimentos y medicinas se pueden recuperar. Restablecer los 12 productos básicos durará más o menos eso. Luego viene un proceso de estabilización: recuperar el aparato productivo, imagino que serán dos o tres años. Y por último la etapa de reforma. Llegar a niveles de producción del año 1997 no es la panacea (aunque ahora envidiemos aquellos años). Ojo: pero 1997 fue lo que nos trajo a esto. Lo que se necesita es una reforma de modelo y consumo que permita un país con políticas sociales y económicas que mantengan crecimiento sostenido y a largo plazo: el único remedio para la pobreza.




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