Polonia vive su tercera semana en punto muerto político, con un partido gobernante que hace oídos sordos a las críticas, la actividad parlamentaria suspendida, protestas frente al Parlamento contra el Gobierno y con el Tribunal Constitucional paralizado tras la reforma del pasado enero.
La oposición quiere que dentro del país y en Europa parezca que en Polonia sufrimos una crisis constitucional y que el Parlamento es incapaz de realizar sus funciones básicas, y eso es falso, ha afirmado el líder del partido gubernamental Ley y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski, según el cual «el apoyo de la sociedad a los partidos de la oposición es menor de lo esperado».
medios locales comparan el escenario actual con el que precedió la caída del último Gobierno comunista
Sin embargo, algunos medios locales comparan el escenario actual con el que precedió la caída del último Gobierno comunista del general Wojciech Jaruzelski, atosigado por protestas ciudadanas en demanda de democracia y con las instituciones bloqueadas por el aislamiento del Ejecutivo.
Salvando las distancias, es cierto que el Ejecutivo de PiS ha provocado el descontento de buena parte de la sociedad polaca, a la vez que le llueven las críticas tanto internas como de las instituciones internacionales, entre ellas la Unión Europea.
El pasado 21 de diciembre la Comisión Europea (CE) anunció el envío de nuevas recomendaciones a Polonia ante las preocupaciones por la situación del Estado de derecho en el país tras las últimas reformas del Tribunal Constitucional (TC), y dio a Varsovia un plazo de dos meses para responderlas.
El expresidente del TC polaco Andrzej Rzeplinski, en el cargo hasta el pasado diciembre, acusó la semana pasada a Ley y Justicia de querer convertir el país en una «autocracia» con reformas como la de este tribunal.
En Bruselas se ve con preocupación la situación en el país centroeuropeo, especialmente en un año crucial para la credibilidad del proyecto europeo, con las elecciones de Francia y Alemania en el horizonte.