Digamos que el ‘populismo’ no es una concepción ideológica, ni mucho menos una forma analítica de entender la democracia o la sociedad. No es una forma diaria y sistematizada de hacer vida democrática ni desarrollo social, sino una tendencia sostenida de desarrollar acciones y propuestas políticas degradantes, en cualquier tipo de sociedad, que acabará, finalmente, con la misma democracia que les permite existir.

El termino ‘populismo’ se ha mantenido mucho tiempo de moda, en una diversidad de sociedades e instituciones sociales. La palabra y el concepto ‘populismo’ gustan mucho a los dirigentes y los políticos, sean revolucionarios, democráticos o de otras denominaciones. En verdad, el término ‘populismo’ ha sido utilizado extensamente, con gran eficiencia, en contextos históricos, sociales, políticos y geográficos. Esto es algo que no ocurre por pura casualidad.

Han existido semejanzas entre ‘populismos’ del siglo XX, como el fascismo italiano y el nazismo hitleriano, entre las corrientes anarquistas y el peronismo, por ejemplo. Claro que hubo ‘populismos’ en esas variantes autocráticas, aun con sus transformaciones de actualización regionales, a pesar de los contenidos y acciones tan diferentes que han presentado cada uno de estos movimientos. Es evidente que lo que hace común y generalizado a todo los ‘populismos’ no es que conlleven una ideología fundamental ni el desarrollo de unas propuestas substanciales, en lo que sería el equivalente a una “marca de fábrica”. Tampoco sería la simple limitación de decirse de” derechas” o “izquierdas”, o considerarse como progresistas o reaccionarios, por ejemplo.

Los ‘populismos’ son posiciones pragmáticas, muy utilitaristas, que se mimetizan bajo el soporte de ideologías muy distintas, siempre que sean funcionales en sus propuestas a los ciudadanos, y en sus definiciones y procederes con los seguidores. Los ‘populismos’ facilitan las interpretaciones políticas para que puedan ser más fácilmente adoptadas por los seguidores, y evitan las complejidades analíticas o interpretativas de la vida diaria de la ciudadanía. Un ejemplo de estos procederes lo vemos al insistir, señalar y centrar como orígenes perversos de los grandes males sociales, económicos y humanos, a ciertas figuras o entidades que en todo momento se han destacado en la vida ciudadana y social de muchas sociedades humanas. Una vía ‘populista’ tradicional ha sido culpabilizar de todos los males ciudadanos y sociales a reyes, zares, sultanes, capitalistas, derechistas, burgueses, la oligarquía financiera, la religión y sus instituciones, las élites políticas, los “opresores” nacionales y extranjeros, u otras figuras o instancias ostentadoras de alguna forma de poderes absolutos o intermediarios, en grandes, medianas o pequeñas sociedades.

En las propuestas ‘populistas’, tradicionales o modernas, siempre se consiguen razonamientos muy simples, emocionalmente cálidos y solidarios, también propuestas reivindicativas y revanchistas, muy sencillas de entender y adoptar. De hecho, las denominadas “medias verdades”, y las mentiras abiertas o sutiles, abundan en los recursos y argumentaciones de los promotores, dirigentes y líderes ‘populistas’. El uso de difíciles explicaciones y valiosos argumentos no es común encontrarles en las estrategias, tácticas o propuestas esquemáticas de los expositores o dirigentes ‘populistas’. Para ellos, son formas “aburguesadas” y pérdidas de tiempo…

Para los ‘populismos’, el cambio es permanente y dirigido a “reventar” el sistema establecido. Los criterios deben ser muy simples, de poco esfuerzo y bajos costos. Las consignas deben dirigirse al “corazón’ de los pueblos. Una vía demostrada como eficiente, sencilla y emotiva, es propiciar la confrontación entre los “buenos” y los “malos”. Estos últimos son las élites explotadoras, en toda una amplia gama; los “buenos” son siempre el pueblo y los desamparados; el pueblo debe pasar a gobernar, sin importar que no disponga de formación para hacerlo, y sin que importe el agotamiento de los recursos y la quiebra radical de la producción, la pérdida de empleos, y de bienes y servicios ciudadanos. Por estas ofertadas razones, críticas, beneficios y facilidades de las propuestas populistas, los éxitos pueden llegar rápidamente, y la quiebra total de las naciones y sus instituciones, más rápidamente aun…




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