Foto: (Archivo)

La crisis hospitalaria enluta a hogares venezolanos. Mireya de Ostos, paciente renal, de 49 años, llevaba año y medio recibiendo diálisis. Se la realizaba tres veces a la semana. Pero, una falla respiratoria ameritó su traslado a varios centros asistenciales. Lamentablemente, falleció a la espera de un medicamento y porque no pudo recibir oxigeno y en ninguno de los establecimientos, tanto público como privado.

Murió en plena ambulancia, por más esfuerzo que hacían los paramédicos, contó su hermano, Pablo Pérez, trabajador de esta casa editora, consternado por la crisis sanitaria que arropa el país y que cobra la vida de personas en edad productiva. «Mi hermana no pudo ser ingresada en ningún centro hospitalario, tanto en el Carabobo como en la CHET, solo porque no tenían el medicamento indicado ni oxígeno. En esos lugares deberían tener las unidades de diálisis perfectamente operativas para casos de emergencias, al menos dos máquinas».

El caso de Mireya no es un caso aislado. Se suma a las muertes que a diario ocurren en el país, donde existe un déficit de un 95 por ciento de medicamentos. Y recuerda el via crucis que vive la mayoría de los pacientes de enfermedades crónicas, que recorren farmacias, hospitales y hasta centros privados en busca de salud.

«Esta situación es intolerable. Es muy crítico lo que estamos pasando los venezolanos, a cada instante se muere alguna persona por cualquier enfermedad».

A la escasez de medicamentos se adiciona el fenómeno de la emigración de profesionales de la salud ante los bajos salarios y las instalaciones de los centros asistenciales van en decadencia, registran las diversas ong que abogan porque se abra un canal humanitario, pero el gobierno se niega cuando diversas naciones, como España, Holanda y de América Latina como Brasil y Colombia, han ofrecido sus ayudas.

Ante el sentido fallecimiento de la señora Mireya, quien deja un hijo de 20 años, le extendemos un sentido pésame a nuestro compañero de trabajo y sus familiares. QEPD 




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