Diálogo habemus. Otra conversa más entre oposición y régimen, esta vez en Ciudad de México. Los noruegos hacen de nuevo el papel de facilitadores y Holanda y Rusia figuran de acompañantes. Como marco de referencia, se publicó a mediados de agosto un memorándum de entendimiento con los puntos que se iban a tratar. Sin muchos específicos, la agenda incluye los derechos políticos y las garantías electorales para todos los venezolanos, un cronograma electoral, el levantamiento de las sanciones internacionales con la restauración del derecho a los activos en el exterior, el respeto al estado de derecho, la convivencia política y social, la renuncia a la violencia, la protección a la economía y la protección social al pueblo venezolano. Temas de mucha relevancia en los que el régimen sale raspado, pero la aceptación de culpas no es precisamente una virtud del chavismo. Ahí sacarán sus argumentos de que en las sanciones está la causa de la crisis y en el acceso a los activos en el exterior -que es lo que en el fondo les interesa y la razón por la que están sentados a la mesa- se ubica la solución que todos buscan y desean.

Antes del pitazo inicial, el régimen se apuntó el primer tanto al vetar –y la contraparte aceptar- la presencia en la delegación opositora del embajador en EEUU por el gobierno interino, Carlos Vecchio. En una puja por ver quién pestañea, los chavistas amenazaron con levantarse de la mesa y Vecchio salió del juego, teniendo como reemplazo a Freddy Guevara, dirigente del partido Voluntad Popular recién salido de las cárceles de la dictadura. Mal comienzo para el equipo opositor y arrugue de cejas para mucha gente. Si solo una de las dos partes tiene derecho a veto no es precisamente una negociación, se dice uno.

A principios de septiembre se cumplen las primeras reuniones y el día 6 sale a la luz un acuerdo firmado por las partes. Se menciona la creación de una “mesa técnica nacional de atención social”: un espacio paritario genérico con apoyo de expertos que el régimen presenta como un saludo a la galería y la oposición como un avance. Luego, con mucha fanfarria, el acuerdo anuncia la lucha unificada por “la ratificación y defensa de la soberanía de Venezuela sobre la Guayana Esequiba”, y hasta aquí llegó lo que se daba. Por muy encomiable que sea el asunto, la negociación no tiene nada que ver con el Esequibo, el tema se sale de la agenda y se supone que el tiempo de los negociadores es muy valioso y debe concentrarse en lo que fueron a discutir. Sin mencionar el lamentable track record del régimen en el reclamo contra el país vecino. Concluye este primer round con la promesa de reunirse de nuevo el 24 de septiembre.

Llega el 14 de septiembre y el jefe oficialista Jorge Rodríguez anuncia el absurdo del nombramiento del casi convicto Alex Saab como integrante de la delegación del régimen. La oposición respondió con un documento indirecto en el que le dio un pase muy torero a la grosería implícita en la designación, e hizo referencia a un guerrillero colombiano que estuvo en una situación parecida a la de Saab. En el tono de no caigamos en provocaciones se le hace saber a la contraparte que tienen la piel gruesa y van a seguir aguantando.

El 24 de septiembre, fecha pactada para seguir con las reuniones, los chavistas no se presentaron. Sin dar disculpas se aparecieron el día siguiente con unas pancartas con fotos del Sr. Saab y el mensaje free Alex Saab o algo así. El 27 de septiembre se dio a conocer el segundo comunicado de acuerdos que comenzaba diciendo que se habían acercado posiciones en la búsqueda de soluciones a los desafíos en materia económica, social y política. Se enfatizó la necesidad de un enfoque de género en el desarrollo del diálogo y negociación y en la necesidad de establecer un mecanismo incluyente de consulta y participación. Finalmente «las delegaciones expresaron su rechazo a los actos de xenofobia contra las familias venezolanas ocurridos recientemente en Chile”, suscrito por los meros responsables de que la gente haya tenido que emigrar a Chile.

De nuevo queda uno con la sensación de que la ruta es por la tangente, lejos de la carnita. En lugar del Esequibo, ahora le toca al enfoque de género, la inclusión y la xenofobia en Chile. Nadie duda que lo ocurrido en Chile es grave. También son importantes la inclusión, el cambio climático y la crisis energética. Pero, de nuevo, la gente que representa a la oposición no está allí para conversar. Hay una agenda, unas obligaciones asumidas y mucha urgencia por resultados. El resto son juegos florales y goles para el régimen.




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