Gerencia en AcciónNo se resuelve la hiperinflación quitando ceros ni obligando a usar PETROS, sino atacando la causa (el modelo) y rescatando confianza. Todo lo demás es paja»
L. V Leòn

Venezuela fue un país con precios estables desde 1950 hasta 1983. A partir del “Viernes Negro”, cuando el Bolívar se devaluó abruptamente, los precios empezaron a crecer a una tasa de 2 dígitos por año. Ya en 2013, Venezuela tenía una inflación de 56% anual, la más alta del mundo para entonces. Dos años después. llegó a 180,9%. El Banco Central no publica este índice desde 2016, pero firmas independientes calculan que la inflación cerrará por encima de 2.000% en 2018.

Ya en noviembre pasado. la Asamblea Nacional midió el aumento de precios por encima del 50%, lo que ubica a la economía venezolana en situación de hiperinflación, acompañando a Zimbabue como las únicas economías que han sufrido este fenómeno en el siglo XXI.

El aumento de los precios en Venezuela ha sido vertiginoso. Una manera de ilustrar la pérdida de valor de la moneda es ver la evolución de la capacidad de compra. Al momento de su entrada en circulación en 2008, con un billete de 100 bolívares fuertes se podían comprar 12 cartones de huevos (360 unidades). A principios de 2017, el billete de 100 no era suficiente para comprar un huevo.

La inflación es el aumento generalizado de los precios de bienes y servicios durante un período en un país. El consumidor puede comprar menos productos con la misma cantidad de dinero cuando sube la inflación. Las personas se empobrecen y la calidad de vida se deteriora.

La hiperinflación es un tipo inusual de inflación que implica un aumento general de precios a niveles muy altos. La moneda tiende a perder la capacidad para desempeñar sus tres funciones: ser unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor. El dinero es funcional cuando cumple los tres propósitos. Se vuelve disfuncional cuando no los cumple. cuando no puede cumplir alguno de ellos.
os valor. El dinero es funcional cuando cumple los tres propósitos. Se vuelve disfuncional cuando no puede cumplir alguno de ellos.

El aumento disparado de los precios puede dejar sumido a un país en poco tiempo. En el ranking de los más afectados, el líder indiscutido es Venezuela que se espera supere 2.000% de la inflación anual. En Venezuela, el dinero local ha perdido velozmente su valor

Después de guerras, en crisis económicas profundas o cuando los billetes se convierten en papeles que para nada sirven, la inflación en el mundo ha llegado a extremos impensados.

En América Latina basta recordar lo que pasaba en los 70 y 80 del siglo XX cuando muchos países no podían pagar sus deudas externas, la gente se empobrecía, el salario no alcanzaba ni siquiera para cubrir necesidades básicas y la inflación era galopante. Esas son las características de la Venezuela Socialista.

Hoy, las cosas son distintas. La tendencia mundial muestra que la inflación dejó de ser un fantasma, aunque siempre hay excepciones “(como Venezuela)”.

Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año, de los 10 países con la mayor inflación en el mundo, ocho son africanos y dos de América Latina. Sudán del Sur (111%) encabeza la lista mundial después de Venezuela (1.113%). Los países de África son Sudán del Sur, República Democrática del Congo (50%), Libia (35%), Egipto (29%), Angola (23%), Yemen (23%), Sudán (21%) y Burundi (20%). Y los latinoamericanos son Venezuela (liderando el ranking mundial con 1.113%) y Argentina con 22%.

En el otro extremo están los cinco países con menos inflación: 1º) Japón (- 0,30%); 2º) España (- 0,01%); 3º) Alemania (0,09%); India (0,35%) y Reino Unido (0,51%).
Las autoridades de estas economías avanzadas están preocupadas porque existe muy poca inflación y además, las tasas de interés están muy bajas. Tan bajas, que algunos economistas temen que se llegue a un punto en que los Bancos Centrales se queden sin margen para seguir recortándolas.

Aunque la tendencia mundial apunta a la baja, algunos países en crisis siguen siendo la excepción. «En las economías avanzadas, las metas que se fijan los bancos centrales son habitualmente entre 1% y 3%. En las economías emergentes la inflación tiende a ser un poco más alta, pero inferior a 10%, aunque en los países que se están recuperando de una crisis esos pueden llegar más alto», dice Thierry Geiger, jefe del departamento de Investigación Analítica y Cuantitativa del Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés).

Una situación distinta enfrentan los países emergentes, dado que las presiones inflacionarias están en niveles relativamente normales. Y en el caso de América Latina, la situación —en general— parece bajo control, salvo los dos países que están en la «lista negra» Venezuela y Argentina.

Venezuela está entrando en un terreno de hiperinflación. El FMI predice que puede llegar a 2.349% en 2018, algo que haría la escasez actual de productos aún peor, en medio de circunstancias donde mucha gente tiene problemas para conseguir alimentos y medicinas.

«Una crisis económica de esa proporción es habitualmente el resultado de un manejo económico extremadamente precario, que típicamente involucra una combinación de políticas fiscales y monetarias desastrosas, impresión de billetes, subsidios ruinosos, restricciones severas al movimiento de bienes y capitales o un shock mayor», dice Geiger.

«En el caso de Venezuela el gobierno parece reticente a ejecutar medidas drásticas o siquiera a reconocer que existe una crisis, lo que obviamente contribuye a que las cosas empeoren».

Frente a estos diagnósticos el actual régimen socialista venezolano suele argumentar que es víctima de una «guerra económica» y de un «bloqueo» por parte de Estados Unidos de América, acusando de complicidad a la oposición.

Steve H. Hanke, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, se ha especializado en el tema de medir la inflación en distintos países. Desde su punto de vista, la situación es aún más compleja. «Yo mido la evolución de los precios todos los días y de acuerdo a mis investigaciones la inflación para este año en Venezuela será de 2.594%», le dice Hanke a BBC Mundo

Para el resto de los países latinoamericanos la inflación no se ha convertido en un problema grave y la tendencia se ha movido hacia la moderación.

Al mismo tiempo, distintas estimaciones proyectan que la región mostrará un repunte gradual de la economía este año y el próximo, a pesar de la baja en el precio de las materias primas que en los últimos años dejó su huella en el desempeño regional.

Derrotar la hiperinflación implica un cambio de régimen monetario y político. Sobre lo segundo, quienes causaron la crisis hoy están incapacitados para resolverla. Venezuela debe olvidarse del socialismo del siglo XXI y avanzar rápidamente al restablecimiento de los derechos de propiedad y pasar de un Estado empresarial a otro de vocación social y abrir todo el espacio posible a la iniciativa de la gente para que produzca sin restricciones.

Para abatir la hiperinflación, igualmente hay que hacer un cambio en el régimen monetario. Éste consiste en anclar la tasa de cambio con relación al dólar y que el BCV, para emitir dinero, debe hacerlo sobre la base y mantener al menos el 80% de la base monetaria en activos en moneda extranjera y oro y el 20% restante en crédito a la banca. Se haría una conversión de un millón de bolívares fuertes por cada nuevo bolívar. Esto estaría precedido por medidas conducentes a la eliminación del déficit fiscal, lo cual está condicionado al levantamiento del control de cambio para que, al inicio, la tasa de cambio se ubique en su nivel de mercado y PDVSA no tenga que financiarse con impresión de dinero del BCV, un aumento del precio de la gasolina y otros servicios ahora con déficits fundamentales y un programa financiero internacional con fondos de los organismos multilaterales y bancos extranjeros.

Una pregunta: luego de una hiperinflación, ¿puede venir una depresión económica con ruina financiera y el predominio de los usureros (llegando éstos a no sólo cobrar intereses inmensos, sino porcentajes accionarios de las empresas que les pedirán préstamos con la intención de evitar el cierre? Esto recuerda lo de la «gran recesión estadounidense» (que llenó sus bolsillos con negocios turbios, «bachaquerismos» -de licor, etc- y acciones criminales, todo lo cual le dio el pulmón financiero que le permitió poner de rodillas a los demás). Si es así, cabe preguntarse: ¿puede una hiperinflación ser causada intencionalmente por gente con mucho poder y espíritu malsano?




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