La presidenta de la CIDH, la panameña Esmeralda Arosemena. EFE

La presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Esmeralda Arosemena de Troitiño, advirtió de que a pesar de los logros de las últimas décadas, en el último tiempo le preocupa la «inestabilidad democrática» y las «demandas sociales» que recorren el continente.

En una entrevista con la Agencia EFE con motivo del 60 aniversario de la Comisión, la jurista panameña dijo ser consciente de que el continente ha avanzado en materia de derechos humanos, pero que actualmente tiene «una situación que hay que atender».

«Se han alcanzado logros, pero hoy no es posible dejar de evaluar lo que constituye la inestabilidad democrática, las demandas sociales, una posición de muchos grupos poblacionales que están viendo sus derechos violentados», afirmó.

Arosemena encabezó estos últimos días el 174 Período de Sesiones de la CIDH en Quito, en el que se abordaron temas tan diversos y dispersos como la masiva violación de derechos en Venezuela, la propiedad de tierras ancestrales en México o Guatemala, el acceso al agua o el comportamiento de las fuerzas del orden en la ola de protestas en Chile, y un largo etcétera.

Han sido dos días de sesión tras sesión en un hotel de la capital, con los distintos relatores que se requerían en cada caso, y en un proceso que concluye este martes con una ceremonia en Cancillería para celebrar el 60 aniversario de la CIDH.

Arosemena, que el lunes dio un espaldarazo al «derecho de protesta» cuando felicitó a los jóvenes chilenos por salir a la calle a demandar sus derechos, advirtió de una situación en la que «se desconoce la dignidad del ser humano».

Un desconocimiento que, a su juicio, se origina en la «perspectiva ideológica» que se está asumiendo de los derechos humanos.

«Hubo un avance, un avance importante, pero hoy hay una posición, no sé si geopolítica, de hacer un análisis de los derechos humanos con una perspectiva ideológica», matiza la presidenta del CIDH.

Y advierte que estos derechos no pueden tener esa perspectiva ni se pueden conceptualizar desde «izquierdas y derechas» o desde posiciones «liberales».

«El tema de derechos humanos es un tema de dignidad humana. El cuestionamiento que se hace por parte de la población es que esta siente que sus gobiernos no dan respuesta a esa demanda de sus derechos humanos», puntualizó.

Se refería a la ola de protestas que sacude recientemente varios países de América Latina, a la situación desde hace tiempo en Venezuela o Nicaragua, y a la maquillada reivindicación de sus gobiernos de ser paladines de la defensa de los derechos.

Un enfoque que califica de «negativo» y que la Comisión no puede asumir porque, asegura: «Puedo hablar de gobiernos que se dicen de izquierda o de derecha que violan derechos humanos».

«¿Qué es o que quiero yo de los gobiernos? (…) Que a la hora de asumir la dirección de un país, esa gente que se dispone a asumir el poder piense en la protección de los derechos humanos».

«Las autoridades están para eso y, si no lo cumplen, hay un problema de legitimidad. Eso es lo que demanda la gente», sentencia.

Y se muestra orgullosa de esas jóvenes generaciones que han tomado las calles en varios países para exigir la defensa de sus derechos frente a gobiernos que les han despojado de ellos.

«Cuando los muchachos protestan están ejerciendo ese derecho a ser parte protagónica de la vida de su país, de la vida de su comunidad. Los chicos (ya) no se hacen ciudadanos cuando llegan a la mayoría de edad, se hacen ciudadanos desde la escuela», considera.

Y cree que «la responsabilidad de los adultos es saber que, en ese proceso de formación, nosotros tenemos que garantizarle a los muchachos el desarrollo de sus potencialidades».

Unas potencialidades que pasan por el derecho a la educación, a una vida digna, a un trabajo digno, y a tantas otras cosas básicas que en estos dos días han sido analizadas por la Comisión.

Para Arosemena, las nuevas generaciones «han aprendido bien», no están más dispuestas a la desigualdad, porque «los jóvenes están preparándose para esa transformación de sociedades injustas en sociedades más justas».

«La transformación de la igualdad de hombres y mujeres tenemos que comenzar a prepararla ya. Cuando niñas y niños están viviendo en condiciones de igualdad y dignidad humana, entonces estamos proyectando un mundo más justo y equitativo», concluyó. EFE




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