(Foto EFE)

El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, ha recibido en la víspera del primer año de su reelección «un golpe fuerte» con la detención el viernes en Miami (EE.UU.) de uno de sus hermanos, Juan Antonio, al parecer por asuntos relacionados con el narcotráfico.

Luego de conocer la detención de su hermano, el presidente reiteró en una escueta declaración a la prensa que siempre ha dicho que «nadie está por encima de la ley» y que «cada quien es responsable de sus actos», pero que no podía desconocer que la detención de Juan Antonio «es un golpe fuerte para la familia».

«Es un golpe fuerte para todos nosotros, es triste, es difícil, no se lo deseamos a nadie», enfatizó.

La detención de su hermano se suma a otro «golpe fuerte» sufrido por Hernández el 16 de diciembre de 2017, cuando murió en un accidente de helicóptero su hermana Hilda, quien en su primer mandato fue ministra asesora de Estrategia y Comunicaciones.

Hilda falleció tres semanas después de que su hermano fuera reelegido presidente en unos polémicos comicios generales del 26 de noviembre de 2017 en los que, según las principales fuerzas de oposición, hubo un fraude fraguado por el Tribunal Supremo Electoral.

El presunto fraude derivó en una cadena de protestas, algunas violentas, exigiendo la salida del poder de Juan Orlando Hernández, en una crisis política que no ha cesado, aunque en marzo inició un proceso de diálogo, moderado por las Naciones Unidas, con el objetivo de superarla.

EE.UU. no ha informado las causas por las que fue detenido el viernes el hermano del presidente hondureño, pero extraoficialmente desde 2015 han trascendido versiones implicándolo en ilícitos asociados con el narcotráfico, lo que siempre rechazó Juan Antonio.

El 25 de octubre de 2016, cuando Juan Antonio era diputado ante el Parlamento hondureño por el gobernante Partido Nacional, viajó a Miami acompañado de un abogado para responder a señalamientos sobre su presunta implicación en hechos ligados al narcotráfico.

Juan Antonio viajó a Miami un día después de que su hermano presidente dijera que «en este país nadie está por encima de la ley» y que hay sectores, que no identificó, que «buscan desestabilizar al Gobierno y atentar contra la tranquilidad de los hondureños».

«Vamos a continuar de manera firme y contundente nuestra lucha contra quienes infringen la ley y cometen hechos delictivos, en esto somos y seguiremos siendo contundentes y no daremos marcha atrás», enfatizó entonces el presidente Hernández.

A su regreso de Miami, el mismo 25 de octubre, Juan Antonio dijo que se había reunido con fiscales y agencias de EE.UU. y que estaba de regreso en su país «para continuar con mis actividades normales».

«Sobre las versiones que han circulado referente a mi persona hace unos días declaré que reafirmaba mi compromiso personal con la creencia firme de que en Honduras nadie está por encima de la ley y que todos estamos obligados a rendir cuentas de nuestras actuaciones ante la justicia», subrayó Juan Antonio.

El 17 de marzo de 2017 el narcotraficante hondureño Devis Leonel Rivera dijo desde una cárcel en Nueva York que sobornó a Juan Antonio Hernández para que el Gobierno le agilizara el pago de una empresa del cartel de Los Cachiros.

Ese mismo día Juan Antonio rechazó las acusaciones de Rivera, quien guarda prisión en Nueva York desde 2015, cuando se entregó a la justicia de EE.UU., donde enfrenta juicio por narcotráfico.

Juan Orlando Hernández es el segundo presidente hondureño consecutivo con un pariente implicado desde Estados Unidos en delitos de narcotráfico.

El primero fue Porfirio Lobo (2010-2014), quien junto a su hijo Fabio Lobo fue implicado por Rivera en acciones de narcotráfico, lo mismo que el entonces asesor en asuntos de seguridad, Julián Pacheco, actual ministro de Seguridad, dos diputados y un alcalde.

Fabio Lobo guarda prisión en Nueva York después de haber sido capturado en 2015 en Haití por agentes antidrogas (DEA) de E.UU..

El narcotráfico en Honduras sigue salpicando gobiernos mientras continúan las extradiciones de hondureños reclamados por EE.UU. por introducir drogas a ese país.

En los últimos cuatro años Honduras ha entregado en extradición a una veintena de narcotraficantes que durante mucho tiempo actuaron con plena libertad, sin que ninguna autoridad local les persiguiera.

Según versiones de medios locales, el narcotráfico también ha financiado campañas de algunos políticos de Honduras, que además enfrenta otro flagelo que también mata, el de la corrupción, que ha salpicado al menos a los últimos cuatro gobiernos.




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