Todo para dar un «ejemplo» así se expresó el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, quien admitió durante un discurso frente a empresarios que mientras fue alcalde de Davao, ciudad ubicada en el sur del país y una de las más grandes de la región.
En el momento que Duterte reveló la cifra de 5.800 de traficantes y consumidores que habían sido asesinados, el mandatario reveló que «En Davao solía hacerlo personalmente, solo para enseñarle a los muchachos, que si yo puedo hacerlo ellos también pueden. Yo iba por Davao con una motocicleta, con una gran moto, y patrullaba las calles buscando donde había problemas»
Para sus detractores, quienes se encuentran exiliados en Camboya tal declaración son una excusa para buscar una pelea y así, matar.
Los escuadrones de la muerte, como se le llamaban a las fuerzas policiales de Duterte asesinaron a más de 1.000 presuntos criminales, esto incluyó a niños que se veían envueltos en delitos menores como parte de su estrategia anticrimen. Desde que Duterte llegó al poder en junio pasado, la policía ha informado de la muerte de 2.086 personas durante operaciones antidroga, a las que se suma el asesinato por parte de «individuos no identificados» de otras 3.800 personas. Según una agencia francesa.
Ante las peticiones para que detenga la guerra contra la droga, Duterte ha respondido: «Lo siento, pero no voy a hacerlo».
