Hablemos hoy de escritores, escritos, lectores y lecturas. Esto significa nada menos de conocer un poco más cómo, ante nuestros propios ojos, se reducen los lectores actuales. ¡Como si se esfumasen en volutas de rebeldías sin sentido! Esos que bajo la presión del pragmatismo, de las redes sociales, de las ‘ciberamenazas’, y con rasgos de indudable soberbia en algunos, responden con angustia a la dureza de la crítica, al caos asfixiante, y al confuso rumbo de “despegue” que ha tomado el siglo XXI, ya rematando a su segundo decenio.

Son los lectores que enfrentan la vorágine, la turbulencia y el poder del acelerado desarrollo del saber y los “conocimientos”. Somos también, pero apenas en parte, los más viejos y “viejitos” que nos quedamos atrás al no poder la presión y velocidad de las tecnologías del momento.

Somos los lectores que han hecho del presente un tiempo hipertrofiado, una prisión vigente para ellos: ¡Son los prisioneros del presente, encerrados tras las rejas del “ahora” y de la “inmediatez”, como formas esenciales del pensar! … El trastocar sostenido de valores tradiciones y de los esfuerzos ciudadanos, demolieron mucho del espíritu emprendedor de amplios sectores de la población venezolana; hoy muestran sus grietas abiertas. Se sumó el populismo arrasador, que ofrece, regala e iguala por abajo, empobreciendo a todo nivel, y que encontró en la lectura y el estudio, blancos fáciles de fracturar y de poder comprar…

¿Hay alguna salida liberadora? ¡Es difícil predecirlo, y más difícil, creerlo! Las evidencias afloran junto a valores preocupantes: ¡La vulgaridad de la inmediatez -por ejemplo-, que domina el pensamiento lector y creador de muchos jóvenes y adultos de hoy! ¡La tentación de las salidas fáciles y la comodidad del esfuerzo disminuido! Hoy es muy fácil ser vulgar y elogiar lo vulgar porque “luce”, porque da “nota” y prestigia (¿?). Hoy es fácil ser rebeldes, admirar la rebeldía, y justificar la limosna que llega del opresor. Es muy simple querer parecernos a todos, bajo criterios de mediocridad; es mucho más fácil, también, ser un ‘partisano’ militante de las mayorías radicales o igualitarias. Es más fácil hacer lo peor: ¡Aquello que todos saben hacer! Es fácil vivir de lo fácil, y ostentar a lo grande. Ese es el mundo de hoy, el que se avizora por ahora.

¡No es fácil vivir adentro y desde adentro, pero estando bajo la presión de las afueras! Y por si esos detallitos y súper detalles no nos atiborraran de ansiedades y angustias, ya tenemos encima, asustándonos con otros estilos y formas, las presiones del calentamiento global. ¡Muy real por cierto esta globalidad de tal calentamiento! ¡Confuso, al mismo tiempo, porque en muchas partes de tradicionales climas, cuanto más llega calor, se avienen, al contrario, fríos congelantes! Somos los prisioneros de tiempos presentes…




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