Dos factores resaltantes parecen determinar la productividad ciudadana y la longevidad en los japoneses. En Venezuela necesitamos aprender de esa ancestral cultura oriental, para reactivar la eficiencia que muchos hemos perdido en estos tiempos difíciles. Veamos, entonces…

Por una parte, debemos ir hacia el equilibrio dietético en la alimentación, con predominio de productos de la granja y el mar, junto a vegetales y frutas. Por otra parte, vayamos hacia una fuerte motivación con bien definido sentido de vida, que energiza y entra en acción a diario, temprano en las mañanas. Estos impulsos generan intensas ganas de vivir. Los nipones han identificado qué cosas hacen bien, qué otras les apasiona, y qué actividades proporcionan placer al realizarlas. Con el control y el monitoreo sobre estos logros, aumenta la autoestima, el sentimiento del <yo>, y puede alcanzarse una intensa presencia personal -participativa- en la naturaleza y en la sociedad. El efecto acumulativo por interacción de estos elementos va a conducir, finalmente, al beneficio físico y anímico: ¡Un estado recurrente de felicidad! Felicidad que no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos y sentimos; una consecuencia o efecto. Parece que los japoneses no son sólo punteros en administrar con eficiencia los elementos que facilitan una vida extendida, sino que además, son cultores de las ganas de vivir, y buscan siempre una clara razón (explicación) de ser como son. El secreto de la felicidad, en este esquema japonés de la vida, es no sólo creer y promover lo que se quiere, sino en satisfacernos con lo que hagamos y logremos.

Psiquiatras y psicólogos ya han explicado que al identificar y razonar cuál es nuestro sentido de vida, se nos facilita sentirnos más seguros, más estables y mejor con nosotros mismos. Este razonamiento llega como una ayuda precisa y oportuna, antes que probar, azarosamente, una actividad equivocada tras otra: Todo resultará menos estresante, más sencillo y placentero, al ejercitar las capacidades con las cuales nos sentimos realizados al hacerlas… La longevidad no es un logro del azar ni un atajo de suerte en nuestras vidas… Las sociedades occidentales últimamente han forzado a que el trabajo, y otras expresiones de la vida doméstica y ciudadana, sean vistos como una imposición, y más aún, como castigo; todos estos agregados forzosos influyen negativamente sobre la visión naturista y calmada de la vida japonesa… Pero, sumidos en la vorágine del día a día, detectar y promover nuestros puntos fuertes, no siempre resulta tarea fácil.

Mucha gente con potencial trabaja en actividades no ajustadas a sus cualidades e intereses dominantes, y por lo tanto, no obtienen placer ni motivación al trabajar. Otra cantidad significativa de personas cambia de actividad, con la finalidad -dominante- de ganar más dinero, según alegan, pero no porque quieran probar con un nuevo puesto de trabajo acorde con sus capacidades. Arbitrariedades como estas, que hacemos con nuestra dimensión física, social y psíquica, están cada vez más alejadas de la consejería japonesa para la buena vida y la longevidad. Si no podemos con todo, comencemos con poco, aunque sea con lo menos abusivo o lo menos peor…




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