Putin y Merkel conversaron sobre la relación con los talibanes. Foto EFE
El presidente ruso, Vladímir Putin, y la canciller alemana, Angela Merkel, se despidieron hoy en el Kremlin haciendo un ejercicio de «realpolitik» con los talibán con el fin de normalizar la situación, salvar vidas en Afganistán y evitar el resurgimiento del terrorismo en Asia Central.

«Ahora habrá que dialogar con los talibanes e intentar salvar a aquellos cuya vida está amenazada para que puedan abandonar el país», admitió Merkel durante una rueda de prensa conjunta en el Gran Palacio del Kremlin.

La llegada al poder de los talibán ocupó la última reunión entre ambos mandatarios, que coincidieron durante 16 años en el poder y que discreparon sobre muchos otros temas, como las crisis de Ucrania y Bielorrusia y el encarcelamiento del líder opositor ruso Alexéi Navalni.

DIÁLOGO CON LOS TALIBÁN

Merkel no escondió que está «molesta» con el cambio de poder en el país centroasiático y admitió que «los talibanes han logrado más apoyo del que nos hubiera gustado».

En particular, recordó la alegría de las niñas afganas cuando pudieron ir a la escuela tras la derrota de los talibán hace veinte años.

Por todo ello, insistió en que la prioridad ahora para Berlín es ayudar a aquellos que cooperaron con Alemania durante veinte años de operación de la OTAN en Afganistán.

«Darles refugio en Alemania y sacar a cuantas más personas se pueda en los próximos días», señaló, aunque no dio detalles sobre los plazos de evacuación.

La canciller también recordó lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos -los atentados contra las Torres Gemelas-, lo que llevó al inicio de la lucha contra el terrorismo y a la presencia aliada en el país centroasiático.

«La situación con el terrorismo en Afganistán ha empeorado desde entonces. Pero la comunidad internacional debe combatir el resurgimiento del terrorismo en Afganistán», apuntó, afirmación respaldada por el jefe del Kremlin.

«NIET» A LA INJERENCIA OCCIDENTAL

Mientras, un pragmático Putin llamó a prevenir por todos los medios la desintegración del Estado afgano tras la llegada al poder de los talibanes, pero sin intervención exterior, en alusión a Occidente.

«El movimiento talibán controla a día de hoy prácticamente todo el territorio del país, incluida la capital. Esta es la realidad. Y, precisamente, debemos partir de ella sin permitir, sin lugar a dudas, la desintegración del Estado afgano», afirmó.

Putin hizo una encendida crítica de la imposición de valores democráticos a otros países por parte de Occidente, una política que tachó de «irresponsable» ya que ignora las tradiciones de esos pueblos.

«Ya vimos lo que pasó en el período conocido como Primavera Árabe, ahora en Afganistán. Todos nuestros socios deben convertir esta regla en universal: tratar con respeto a sus socios y armarse de paciencia si algo les gusta o no. Darle a los pueblos el derecho a decidir por ellos mismos su destino, independientemente de cuánto tiempo les lleve recorrer la senda de la democracia», aseveró.

Recordó que Moscú, en alusión al a invasión soviética de Afganistán (1979-89), conoce de primera mano lo contraproducente que puede ser intentar imponer un sistema político ajeno, experimentos que «nunca» tuvieron éxito y sólo desembocan en la desintegración de los Estados.

«Nosotros con nuestros socios, tanto EEUU como los países europeos, debemos hacer todo lo posible para aunar esfuerzos con el fin de apoyar al pueblo afgano, normalizar la situación y entablar con el país unas relaciones de buena vecindad», señaló.

ANIVERSARIO DEL ENVENENAMIENTO DE NAVALNI

Merkel no rehuyó uno de los asuntos que más irritan a Putin, el envenenamiento de Navalni, que ocurrió hoy hace exactamente un año en Siberia, y su encarcelamiento en febrero pasado.

«He exigido la liberación de Navalni», dijo en respuesta a un reportero alemán.

Además, expuso el caso de dos organizaciones no gubernamentales alemanas que han tenido que cesar sus funciones en el marco de lo que la Unión Europea y la oposición al Kremlin consideran una persecución de la sociedad civil con vistas a las elecciones legislativas de septiembre.

Putin no modificó el discurso que mantiene desde que Navalni fuera ingresado en coma en una clínica berlinesa y fuera condenado a su regreso a Rusia a dos años y medio de cárcel.

«No está condenado por sus actividades políticas», replicó y acusó a su mayor enemigo sin nombrarlo de utilizar la lucha contra la corrupción para sacar réditos electorales.

Antes de llegar al Kremlin, la dirigente alemana depositó hoy un ramo de flores frente a la llama al soldado desconocido que recuerda a los caídos en la guerra contra la Alemania nazi (1941-45).

«Por supuesto, no puedo no recordar que hace 80 años la Alemania hitleriana atacó a la Unión Soviética», indicó.

En su última gira exterior, Merkel viajará el domingo a Ucrania para impulsar los acuerdos de paz en el Donbás y defender el gasoducto Nord Stream que lleva gas ruso a Alemania por el Báltico




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