“El cambio vendrá, no porque la dictadura lo facilite, sino porque la movilización de Venezuela entera que quiere renacer y recuperar la vida se hará indetenible, con unidad en la diversidad, y la libertad reverdecerá con pluralidad democrática productiva y creadora…” Padre Luís Ugalde

No cabe duda que el Congreso Nacional del Frente Amplio Venezuela Libre ha sido un paso muy importante para la recuperación de nuestra democracia. En la siempre imponente Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, se pudo ver cristalizado el compromiso de diversas organizaciones políticas y sociales de todo el país, para reencontrarse y reunificarse en una sólida plataforma unida en las diferencias, con la expresa, noble y bendecida misión, de concatenar ese impostergable malestar ciudadano, esas válidas e innumerables protestas, tal como se contempla en uno de sus enunciado: ” Nuestros objetivos son transparentes y democráticos: accionar todas nuestras decisiones desde el consenso que resulta del debate eficaz y oportuno, organizar las fuerzas democráticas que componen a la sociedad venezolana, plantear las líneas estratégicas de la lucha por el cambio definitivo en la política nacional y, sobre la base de estas orientaciones, ser la voz que cuente la historia verdadera del proceso que estamos llevando adelante.”

En su magistral discurso de apertura del Congreso, el Padre Ugalde hizo referencia al conocido libro de Lenin “Qué hacer”, planteando de manera textual, tal interrogante: … “Qué hacer es la pregunta de los pueblos en tiempos de grave dificultad y de perplejidad. Que hacer es hoy la pregunta de cada uno de nosotros y de todos juntos. Hace 2.000 años un sabio judío Nicodemo lleno de inquietud y de búsqueda fue de noche a visitar al Maestro de Nazaret con la misma pregunta Qué hacer. Jesús le sorprendió con su respuesta: hay que nacer de nuevo. Nacer de nuevo en Espíritu y en Verdad.

De la misma manera hoy esta Venezuela de muerte está con dolores de parto y necesita nacer de nuevo: la política, la economía, la sociedad, el alma de Venezuela, necesitamos nacer de nuevo. No se trata de pequeños cambios superficiales, sino de renacer profundo, en Espíritu y en Verdad, dejando atrás lamentables prácticas políticas del pasado y del presente…”

Esa es también la pregunta que, ante ese insoportable marasmo, se plantea toda la nación venezolana… ¿Qué hacer?

Como punto de partida, que la oposición considere seriamente dejar de serlo y, por ende, que se prepare debidamente para asumir en algún momento responsabilidades de gobierno. Sin embargo, el compromiso y la responsabilidad es de TODOS, es tal la gravedad de lo que vivimos como Nación, que eludir nuestro cívico deber sería criminal.

No se trata tan sólo de estar preocupados, sino ocuparnos en ir tras propósitos que valgan la pena. Resulta imperativo, en tanto que instituciones responsables y como ciudadanos comprometidos con la lucha por nuestro país, nos entusiasmemos, nos manifestemos y nos ubiquemos debidamente en la dirección de lo que se avizora como una ardua lucha para rescatar lo que va quedando como país y como nación en desbandada, para lo cual se hace impostergable llegar a un acuerdo con todos los actores para saber cómo se articulan representación y participación.

Ahora es el momento de construir redes de verdadero tejido democrático, convenciendo y movilizando a los ciudadanos, planteando asuntos de vital importancia; ahora es el momento de realizar el trabajo político, definiendo esos futuros deseables y posibles. Es el momento de convertirnos en los verdaderos protagonistas del imprescindible cambio que el país requiere. Siempre dependerá de nosotros, los ciudadanos, que la nuestra no sea una historia de oportunidades perdidas y de posibilidades no aprovechadas.




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