Hay que repetirlo una y mil veces: el inmenso rechazo social que suscita el poder establecido, debe encontrar un cauce político de compromiso verdadero, para sumar fuerzas y luchar con eficacia, es decir con afán de cambio, de superar a la hegemonía.

Este año empieza con numerosas protestas sectoriales, casi todas de naturaleza laboral. No debía ser de otra manera. La catástrofe humanitaria pega más duro en todos los ámbitos sociales. Y muchos de éstos se activan para defender sus derechos básicos. Una excelente noticia por razones de justicia, y por motivos nacionales.

La hegemonía responde con su violencia implícita o la amenaza, y su violencia explícita o la represión. Pero los hechos son tercos, como decía Lenin. No pueden ocultar la pavorosa situación, con propaganda o pretextos. Parece que ya no.

Esperemos que haya disposición de apoyar el rechazo social, al menos en algunos factores de la oposición política, que aún conserven un margen de credibilidad.

Se puede anticipar que otros factores tratarán de bajar los ánimos y proclamar las maravillas del diálogo, para seguir colaborando con el despotismo.

Ojalá no tengan éxito, y en cambio sí lo tenga un vasto movimiento popular para la reconstrucción integral de Venezuela.




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