Después de la absurda, golpista y anticonstitucional decisión del TSJ, de relegar de todas sus funciones el Poder legislativo por mantenerse en desacato,  de quitarle la inmunidad parlamentaria a sus miembros y de asumir las funciones de la Asamblea Nacional por completo, a través de las sentencias 155 y 156, por supuesto acatando  órdenes del poder ejecutivo y creando todas las premisas para un golpe de estado, el presidente de la República, Nicolás Maduro, ha declarado “urbi et  orbi” y, por lo tanto, también frente a la TV italiana, que el no sabía. Sin embargo, frente a esa declaración ciertamente sorpresiva, se me ocurre pensar que si un presidente no sabe que ciertas decisiones como las que tomó el TSJ no se pueden tomar porque son anticonstitucionales, una de dos: o tiene que repasarse la Constitución Bolivariana y tratar de memorizarla o documentarse mejor con sus asesores. De momento y comportándose como se comportó, lo que hizo fue recular.

Yo siempre he dicho que las personas que tienen la “hombría” de reconocer haberse equivocado, merecen todo el aprecio del mundo. Perseverar en el error en cambio, máxime cuando el mundo entero  – y hablo del mundo entero en términos absolutos – con excepción del servil presidente de Bolivia, se han pronunciando diciendo que lo que sucedió en Venezuela ha sido un intento de ponerle un freno a la libertad y a la democracia, hubiera sido un claro indicio de clara testarudez.

¿Por cuál motivo entonces, en mi artículo de hoy, me pregunto si ¿recular es un acto de valentía o de debilidad?. La respuesta parece descontada pero no lo es porque, así como en nuestra vida cotidiana a veces actuamos de una forma quizás un poco vehemente e impulsiva sin pensar mucho en las consecuencias de lo que hacemos y, por lo tanto, recapacitar se convierte en un acto de valentía, en la vida política no es así, porque el hombre público tiene todo el tiempo, todas las posibilidades y, sobre todo, la obligación de analizar con mucha serenidad, sin improvisación y consultándose con sus asesores sobre lo que va a hacer. Echarse para atrás ahora porque, no solamente la opinión pública, nacional e internacional sino también la Fiscal General de la República, doctora Luisa Ortega Díaz, se ha pronunciado en contra de la sentencia dictada por el TSJ, es un acto de debilidad. Hacer marcha atrás por decisiones tomadas sin la debida planificación como una falsa parecencia de democracia, es un error muy grave. Y en política el que comete ese tipo de errores, compromete definitivamente su imagen, pierde todo el “poco o mucho” prestigio que tenía y toda la credibilidad que podía haberse ganado y eso, por lo general, no paga buenos dividendos.

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri




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