“Bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario.”

Jhon Kenneth Galbraith

Una nueva expresión monetaria que se instala en el país hace tres meses, no logra sino disimular la gravísima situación económica que como consecuencia del abandono de la política monetaria y de cualquier lema, norma o regla que intente embridar confianza en un país que fue literalmente secuestrado por una hegemonía gansteril instalada desde la poltrona, en donde dan órdenes pivotados en la peana del poder que ofrecen las bayonetas y tanques de esta desarmada pero cruel revolución del hambre y el erial.

Catorce ceros le han deflactado a nuestra moneda, vivimos el anatema de ser una sociedad sin signo monetario, ya no es solamente que al bolívar le suprimieron las cualidades monetarias, el bolívar como institución social está muerto, ya que es considerado un activo tóxico, y desde el punto de vista monetario atravesamos una desigual, injusta y dolorosa dolarización que solo llega a permear al 5% de la población, dejando además a la economía sin posibilidades de crear valor agregado, el país no produce nada, somos más importadores que nunca y los bienes que se importan en las burbujas para la nueva burguesía, obedecen a estructuras de formación de precios absolutamente distorsionadas, pues el tipo de cambio no se ajusta con la misma rapidez que la estructura de precios de un país sumido en hiperinflación bajo la torva acción de una hegemonía que jamás entendió las libertades económicas.

Desde el bolívar fuerte hasta el bolívar calificado como digital, han adolecido de posibilidades para lograr estabilidad y bienestar en la economía, todos estos intentos han devenido en meros guarismos transaccionales, pues pretender adjudicarle propiedades contables es calificar a una moneda que adolece de cualidades de patrón de registro contable, pues si bien se logran favorecer desde la simplicidad los procesos del registro contable. La comparabilidad de la información financiera pierde capacidad de análisis, las realidades contables, económicas y financieras del país se encuentran fracturadas.

Tal es la suma de incertidumbre que al momento de anunciar la entrada en vigencia del bolívar digital, los sistemas de la banca pública nacional presentaron pertinaces fallas, las cuales demostraron que el tan anunciado proceso de dolarización  no permea a todas las capas sociales, es más, los reclamos desesperados de los cuentahabientes de los Bancos de Venezuela y Bicentenario, daban cuenta de un país destruido en pobreza y miseria, con lo cual se ratifican las cifras de las Encuestas de Condiciones de Vida “ENCOVI”, esfuerzo encomiable llevado a cabo por la Universidad Católica Andrés Bello.

Ahora para aquellos analistas de utilería, que repiten la estafa de que el país se encuentra recuperado, es menester indicar que Venezuela en lo absoluto es un país viable, por el contrario, nuestro país se encuentra absolutamente condenado a estabilizarse desde el foso y proseguir en el derrotero de la hiperinflación; ante esta sentencia las actuaciones del Banco Central demuestran que la política monetaria obedece a mantener artificialmente infravalorado el tipo de cambio, con intervenciones cambiarias que superan los doscientos millones de dólares, una política que se encuentra signada por la limitación de las reservas bancarias del órgano emisor, las reservas que entran al Banco Central por exportaciones petroleras son usadas para satisfacer los requerimientos de un mercado cambiario insaciable, la insostenibilidad de la intervención cambiaria esta constreñida por la cantidad acotada de las reservas líquidas en 1700 millones de dólares, tras la venta de euros y dólares con el objetivo de estabilizar el tipo de cambio y abatir la hiperinflación, sin embargo, la incoherencia entre los objetivos instrumentales y los intermedios producen efectos nocivos en la política fiscal, particularmente en lo relacionado a la desaparición del crédito y la subvaluación del dólar, los precios han subido 1258% mientras que el tipo de cambio solo se ha devaluado en 758%.

Es en este contexto en el cual el BCV anuncia a través de una circular un nuevo proceso de control sobre la venta de las divisas, el emisor prohíbe la venta de divisas en efectivo provenientes de las operaciones de las mesas de cambio o las que hayan sido autorizadas, para ser desacumuladas en las operaciones al menudeo a un tipo de cambio superior al fijado en la intervención cambiaria del ente emisor en la semana de la intervención, esta prohibición es extendida a los bancos que manejen posiciones en divisas acumuladas de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 1 de la resolución 19-03-03, de esta se desprende que la banca no puede vender divisas a un tipo de cambio superior al oficial en la semana de las intervenciones, la autoridad monetaria advierte que los bancos que incumplan lo dispuesto en la mencionada regulación serán sancionados con multas superiores al 1% del capital de los bancos nacionales, se le imprime así un componente de control al ya poco libre mercado cambiario.

Finalmente el chavismo logra parecer más flexible, pero connaturalmente sigue despreciando la libertad económica, así que los bodegones, cadenas de tiendas por departamento y construcciones que se levantan en algunos puntos de las principales ciudades del país, son la evidencia tangible de la mutación del chavismo desde el comunismo colectivo, hacia el fascismo corporativo y clientelar de la nomeklaltura roja, que se pasea sin ambages por las ruinas de un país demolido y trasversalmente medido por la gansterilidad.

“Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula.”

Jhon Kenneth Galbraith.




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