Ante los ojos del Consejo Nacional Electoral en la actualidad sólo existen 2 partidos inscritos y constituidos en el ente electoral, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los demás, incluso algunos de los aliados del gobierno, pudieran dejar de existir por no haber participado en la elección parlamentaria del 2015 con su tarjeta, o por haber participado pero sin conseguir el 0,5% de los votos en al menos 12 estados del país.

Pero lo más grave de esto, es que la MUD enfrenta una demanda en el TSJ, interpuesta por el alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, en la que alegan que la alianza democrática cometió fraude y usurpación de identidad al entregar firmas falsas para iniciar la activación del referendo revocatorio el año pasado, una demanda a la que el máximo tribunal aún no ha dado respuesta y podemos imaginar que en caso de no renovar los partidos, dictaminarán que la MUD ha cometido los delitos que se le imputan y deberá ser desincorporada del CNE, dejándonos sin partido alguno para poder inscribir candidatos en las próximas elecciones.

Por ello soy creyente de que perderemos mucho más si no renovamos los partidos ante el ente electoral que haciéndolo. Sí, es cierto que las condiciones no son las adecuadas, que sirve como excusa para distraer la atención de los partidos de temas más relevantes como la realización de las elecciones de gobernadores este año, pero también es cierto que a la dictadura lo único que le interesa es aferrarse al poder y nada les costará a ellos seguir el guion aplicado en Nicaragua donde Daniel Ortega fue reelecto como presidente en unas elecciones sin partidos opositores, todos inhabilitados por el máximo ente electoral.

De algo nos tienen que servir las elecciones parlamentarias de 2005, cuando por desconfianza en el CNE, los partidos opositores se retiraron de la contienda, pensando que se ilegitimarían las elecciones a falta de contendores, y lo único que se consiguió fue dar un cheque en blanco al chavismo para que siguieran saqueando a nuestro país.

A pesar de las trabas, debemos seguir adelante, no podemos desmayar y mucho menos permitir que la desesperanza se anide en nuestros corazones, porque a pesar de que estamos en una lucha desigual, estamos luchando por recuperar la libertad para nuestro país, y esa es una lucha que vale la pena. Así que vamos todos juntos, con la frente en alto a construir la mejor Venezuela.




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