América vivió en el año que termina un giro político que ha dado vida a los gobiernos de derecha y que cierran un ciclo para la izquierda de la región, a raíz de la frustración generada entre los ciudadanos por las expectativas no cumplidas y como replica a lo ocurrido en otras zonas como Europa.

Esta transición es la que se ha presenciado en países como Argentina, donde se dio un cambio de 180 grados al pasar la página después de dos gobiernos consecutivos de izquierda que inició con Néstor Kirchner (2003-2007) y que sucedió su esposa, Cristina Fernández (2007-2015), para entregar el mando a Mauricio Macri, un empresario con una ideología de apertura económica propia de la derecha.

Brasil cerró un ciclo izquierdista tras la destitución el pasado agosto de Dilma Rousseff

De igual forma, Brasil cerró un ciclo izquierdista tras la destitución el pasado agosto de Dilma Rousseff, quien gobernó la nación durante cinco años y quien dio continuidad a una administración iniciada por Luiz Inácio Lula da Silva con el Partido de los Trabajadores (PT) en 2003.

A estos ejemplos se suman el de Estados Unidos, donde Donald Trump, un empresario y republicano con propuestas económicas y políticas proteccionistas, que salió victorioso de las elecciones presidenciales el pasado 8 de noviembre.

Estos cambios, que se podrían replicar durante los próximos años en otros países como Ecuador y Chile, donde se celebrarán comicios en 2017, son el resultado de una tendencia a nivel mundial, de los nuevos debates políticos y de las promesas no cumplidas por parte de quienes se alzaron como una posible solución a los problemas sociales más latentes en la región.

Así lo explica a Efe la analista política Elisabeth Ungar Bleier, quien sostiene que estos cambios son «una tendencia que no se circunscribe a América Latina sino (que) es una tendencia mundial».

A modo de ejemplo, la experta citó el caso de Hungría donde «hay un Gobierno de derecha» del partido Fidesz y enfatizó la posibilidad de que «Marine Le Pen gane las próximas elecciones en Francia».

Asimismo, Ungar responsabilizó del cierre de este ciclo político a los mismos mandatarios en quienes los ciudadanos «van depositando expectativas para un cambio de gobierno e ideología» y que finalmente terminan frustrando estas expectativas.

«(La corrupción) es otro de los grandes pecados de los gobernantes de izquierda de la región; han caído en exactamente los mismos vicios y problemas que los gobiernos que criticaron, apuntó Ungar.

En esta misma línea se expresó el analista político León Valencia Agudelo, quien afirmó que la debacle izquierdista en la región se debe a la corrupción y el uso de «recursos públicos para beneficios individuales», junto a la imposibilidad de crear «soluciones economías viables y propias».

Para Valencia, otro factor que ha determinado la muerte política de la izquierda es el cambio de los ejes temáticos en los debates sociales.

«Ahora discutimos de minorías étnicas, raciales, sexuales, migración, familia, aborto, gays y eso es un viraje para una discusión sobre identidad en un mundo en el que ya el debate tiene unos tintes distintos a lo que antes se debatía», expresó.

Según Valencia, director de Fundación Paz y Reconciliación, la discusión de temas que inmiscuyen las relaciones interpersonales producen «fractura de las sociedades» y «genera una reacción a proteger su hábitat, su mundo» por lo que se extiende «una reacción muy dura de la derecha tradicional».

El surgimiento de estos nuevos debates deja sin argumentos a la izquierda, quienes en sus discursos explotaban una lucha a favor de la igualdad social, lo que se suma a la pérdida de sus máximos referentes, como Hugo Chávez en 2013 y Fidel Castro el pasado 25 de noviembre.

El surgimiento de estos nuevos debates deja sin argumentos a la izquierda

«(Chávez) era un símbolo de esa corriente política, pero igual que en otros lugares donde se ensayaron esas alternativas la gente dio la espalda», manifestó Valencia, a la vez que señaló otros ejemplos como el ocurrido en el referéndum de febrero de este año en Bolivia, con el que se rechazó la postulación de Evo Morales para una tercera reelección.

«Así sale Evo, es posible que salga Correa, se cierra un ciclo del populismo que empezó a cerrarse más aceleradamente por la muerte de Chávez y fue como el símbolo de que ese ciclo estaba terminando y así se puede entender».

A diferencia de esta opinión, Ungar estimó que la muerte de Chávez «pudo influir, pero no es el principal detonante» para que se debilitara esa corriente, y expuso a continuación el caso de Nicaragua donde Daniel Ortega obtuvo en las elecciones del pasado noviembre un cuarto periodo presidencial y el tercero de forma consecutiva.

No obstante, ambos expertos convergen en que el ciclo que se inicia para la derecha sepulta uno de la izquierda que obtuvo éxito hace 20 años con un revolcón en la esfera pública y que da paso a un nuevo periodo donde el populismo de la derecha es el protagonista y que no tiene una etapa de tiempo definida.




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