Nicolás Maduro y Cilia Flores. (Foto Cortesía)

Hace cuatro años, una figura poco importante en el liderazgo venezolano fue arrestada en Colombia y extraditada a Estados Unidos para enfrentar cargos por narcotráfico. Demostró ser una importante captura.

El hombre, Yazenky Lamas, trabajó como guardaespaldas de la persona que muchos consideran como el poder detrás del trono del presidente Nicolás Maduro: la primera dama, Cilia Flores.

Yazenky Lamas (con gafas de sol) junto a Flores y simpatizantes del chavismo en un evento en 2010. (Foto Cortesía de La Patilla)

Ahora, con la ayuda del testimonio de Lamas, se espera que Estados Unidos acuse a Flores en los próximos meses de delitos que podrían incluir tráfico de drogas y corrupción, dijeron a Reuters cuatro personas familiarizadas con el caso de la primera dama. Si Washington prosigue con una acusación, dijeron estas personas, se espera que los cargos puedan provenir, al menos en parte, de una fallida transacción con cocaína y que ya ha llevado a dos de los sobrinos de Flores a un centro penitenciario de Florida.

Nicole Navas, portavoz del Departamento de Justicia de Estados Unidos, declinó hacer comentarios sobre cualquier posible cargo contra Flores.

Flores y su oficina en la Asamblea Nacional no respondieron a las preguntas para este artículo. La Presidencia de Venezuela no respondió a las solicitudes de Reuters para discutir las acusaciones u otros detalles en esta historia.

El ministro de Información, Jorge Rodríguez, dijo a Reuters en un mensaje de texto que las preguntas sobre la posible acusación a Flores en Estados Unidos eran “asqueantes, calumniosas e insultantes”.

En una serie de entrevistas con Reuters, las primeras que Lamas ha dado desde su detención, el ex guardaespaldas dijo que Flores estaba al tanto del lío de tráfico de cocaína por el que dos sobrinos fueron condenados por un tribunal de Estados Unidos.

Flores también utilizó su privilegiada posición, dijo Lamas, para recompensar a miembros de la familia con importantes y bien remunerados cargos en el gobierno, un reclamo respaldado por otros entrevistados para este artículo.

Hablando detrás de un vidrio reforzado en la prisión de Washington, donde está detenido, Lamas le dijo a Reuters que declara sobre Flores porque se siente abandonado por el gobierno de Maduro, todavía instalado en el poder a pesar de que muchas de sus figuras centrales, incluido el presidente, también han sido acusadas de crímenes.

“Me siento traicionado por ellos”, dijo a Reuters.

A fines de marzo, fiscales estadounidenses acusaron a Maduro y a más de una docena de funcionarios y exfuncionarios venezolanos por cargos de narcotráfico y contrabando de drogas.

La oficina de Maduro no respondió solicitudes de comentarios. En un discurso televisado después de las acusaciones, Maduro negó los cargos contra él y sus colegas, calificandolos de una fabricación por motivos políticos. “Eres un miserable, Donald Trump”, dijo.

Las acusaciones de marzo y los posibles cargos contra Flores se producen en medio de una nueva campaña de la administración Trump para aumentar la presión sobre Maduro. Su permanencia en el control del poder, dicen algunos funcionarios estadounidenses, es una fuente de frustración para Trump.

En 2017 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó al dirigente y un año después hizo lo mismo con su esposa y otros miembros del “círculo íntimo” de Maduro. El golpe a Flores enfureció a Maduro. “Si ustedes quieren atacarme, atáquenme a mí” , dijo en un discurso televisado en ese momento. “Pero no se metan con Cilia, no se metan con la familia, no sean cobardes”.

Aprovechando las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus en Venezuela, la Casa Blanca ahora espera poder expulsar a un dirigente que ha resistido años de crecientes sanciones económicas, disturbios civiles y aislamiento internacional.

Washington ha acusado a Maduro y su círculo de saquear a Venezuela de miles de millones de dólares. Pero no está claro cuánta riqueza personal poseen él y Flores.

Ni el presidente ni la primera dama revelan declaraciones de ingresos, de impuestos u otros documentos relacionados con sus finanzas personales. Después de que los fiscales acusaron a Maduro, el Departamento de Justicia dijo que había incautado más de 1.000 millones de dólares en activos pertenecientes a decenas de acusados ​​relacionados con el caso. Los cargos no detallan esos activos ni especifican quién los tenía.

Flores, una vieja estratega y articuladora en el partido socialista gobernante, primero ganó notoriedad como legisladora y confidente del fallecido presidente Hugo Chávez, el predecesor y mentor de Maduro. Flores no tiene un papel oficial en el gabinete de Maduro. Sin embargo, la investigación en su contra subraya la gran influencia que ejerce, particularmente en ayudar a Maduro a superar a sus rivales y obstáculos dentro y fuera de Venezuela.

El poder de Cilia

Aparte de Lamas, Reuters entrevistó a más de 20 personas cercanas o conocedoras de Flores. La retratan como una política astuta y sigilosa que, después de escalar las alturas del partido socialista como legisladora, ahora ostenta gran parte del poder de la oficina de su esposo, exigiendo reuniones importantes incluso antes que el presidente y negociando personalmente con emisarios extranjeros, legisladores rivales y otros.

Cuando miembros de la opositora Asamblea Nacional y un grupo de militares protagonizaron el año pasado una revuelta para intentar sacar a Maduro del cargo, Flores ordenó a los funcionarios de seguridad que le entregaran directamente a ella todo el material de inteligencia sobre el asunto, de acuerdo con Manuel Cristopher Figuera, el jefe de la agencia de inteligencia del país en ese momento. Figuera fue uno de los pocos altos funcionarios de la administración que consideró en ese momento una salida negociada del poder para Maduro con Estados Unidos. Figuera huyó del país cuando la acción opositora fracasó.

“Cilia Flores siempre ha estado tras la cortina moviendo los hilos del poder”, dijo Figuera a Reuters.

Flores buscó concesiones personales en negociaciones con Estados Unidos en los últimos años. Según cinco personas familiarizadas con esas conversaciones, Flores dio instrucciones a los intermediarios de pedir a los enviados estadounidenses la libertad de sus dos sobrinos encarcelados. A cambio, esos intermediarios dijeron que Venezuela liberaría de prisión a seis ejecutivos de Citgo Petroleum, el refinador en Estados Unidos de la empresa petrolera estatal venezolana.

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