Río de Janeiro amaneció hoy con varias de sus principales vías inundadas y aún en estado de alerta tras el fuerte aguacero que castigó esa ciudad brasileña en la noche del martes, cuando se registró el mayor nivel de lluvia en un día de junio en los últimos veinte años. (EFE)

Río de Janeiro amaneció hoy con varias de sus principales vías inundadas y aún en estado de alerta tras el fuerte aguacero que castigó esa ciudad brasileña en la noche del martes, cuando se registró el mayor nivel de lluvia en un día de junio en los últimos veinte años.

Tras una lluvia que se prolongó hasta la madrugada y que prosigue intermitentemente este martes aunque con menos intensidad, algunas autopistas siguen inundadas e intransitables, lo que dificultó o atrasó la llegada de los empleados a sus puestos de trabajo y el funcionamiento de comercios y escuelas.

Según el servicio de alerta meteorológica de la alcaldía, once de las estaciones pluviométricas de la ciudad registraron el martes un nivel de lluvia superior al esperado en todo el mes de junio.

En una de las estaciones, en el Alto de Boa Vista, fueron medidos en la noche del martes 247 milímetros de lluvia, muy por encima del récord de 154 milímetros que existía desde 2006 para un día de junio.

El volumen registrado es el mayor para un día de junio desde que la alcaldía mide los índices pluviométricos con los actuales criterios hace veinte años.

Las vías inundadas y la continuidad de las lluvias obligaron a la alcaldía a mantener el estado de alerta, principalmente en favelas ubicadas en áreas montañosas ante el temor de deslizamientos.

Las sirenas de alerta llegaron a ser accionadas este martes en la Rocinha, la mayor favela de la ciudad con cerca de 60.000 habitantes, y en Río das Pedras, en donde una inundación obligó a las autoridades a suspender el tránsito por la avenida Engenheiro Sousa Filha, la principal en esta región del oeste de Río de Janeiro.

En la noche las sirenas fueron accionadas en 14 áreas con riesgos de deslizamientos, cuyos habitantes, orientados a buscar lugares de refugio, sólo pudieron regresar a sus casas ya en la madrugada.

En algunas importantes vías el tránsito proseguía pero lentamente por las inundaciones, como en la avenida que circunda la laguna Lagoa de Freitas, en algunas calles del turístico barrio de Copacabana y en los alrededores de la Central do Brasil, la mayor estación de trenes y de metro de la ciudad.

La Avenida Brasil, la más importante de la ciudad, estaba inundada en algunos trechos, por lo que los embotellamientos eran gigantescos.

El alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, que visitó algunas de las áreas más afectadas, dijo que la lluvia había sido «un desafío inesperado por su intensidad», pero que la ciudad había «resistido» y «superado la dura prueba».

Crivella admitió que la crisis financiera de la ciudad que obligó a la municipalidad a reducir recursos incluso para la limpieza de las calles elevó el número de basuras acumuladas en las alcantarillas y provocó las numerosas inundaciones.




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