Cuando regresé a Venezuela con mis padres, de la última estadía que tuvimos por razones académicas, corría el año 1977. Mis amigos gaiteros, “Los Vocalistas de la Gaita”, grabarían su primer LP (larga duración) y, como yo había pertenecido al grupo desde hacía diez años, me invitaron a grabar con ellos. El estudio, ubicado en Lomas del Este, llamado “Grabaciones Hansa”, me encantó. Nunca había visto nada igual. La grabadora tenía ocho canales y supe que ahí habían grabado no solo artistas carabobeños, sino reconocidos músicos del país. Por ejemplo, ahí grabaron Lilia Vera su tercer LP, el de “El Becerrito”, y nuestro querido Otilio Galíndez, un maravilloso Long Play con doce de sus hermosos temas.
Dos años más tarde, en 1979, Venezolana de Televisión (VTV) abrió un concurso para escoger el tema que representaría a Venezuela en la OTI, compuse la canción “José” y me fui a “Grabaciones Hansa” a grabarla. Recuerdo que, como lo hice de una pasada, Rafael Henríquez, el técnico, vio a Pauser a la cara y, después de entregarme el cassette con la canción grabada, me dijo Pauser: “anda, ve a ganar, no me debes nada”. La canción quedó en el quinto lugar y ganó Delia Dorta con su “Cuando era niño”, del Pollo Sifontes, pero el gesto de Pauser, lo agradecí toda la vida.
En otra oportunidad volví al estudio con “Somos Iguales”, el grupo de mis amigos del que formé parte después y hasta me casé con el director, Sergio Ramos.
Cuando el 23 de octubre de este año me enteré de que falleció Uwe Pauser en Alemania, vinieron todos los recuerdos a mi memoria. Y es más difícil olvidarlo cuando mi marido compró aquella grabadora de ocho canales y aquí la tenemos, entre esas cosas enormes que quedan para el recuerdo, pero de las que no puedes deshacerte.
A la semana, el 30 de octubre, nos llega la noticia de la partida de nuestra querida Marisela Berti. A Marisela, además de haberla admirado siempre, la conocí gracias a mi hermano de la vida, Chile Veloz. No solo era simpática, sino ese tipo de persona encantadora, brillante, caritativa y, sobre todo, buena amiga. Pasábamos largos ratos pegadas al celular, hablando de la vida, de los hijos, de los amigos. Con mi marido también se echaba sus buenas conversadas y en una oportunidad le comentó que era vecina de Gabriel García Márquez, asegurándole que, cuando fuéramos a México, cosa que no pudimos hacer, no solo nos hospedaría en su casa, sino que haría una cena especial para que compartiéramos con su vecino, García Márquez, que era encantador. Oportunidades que se pierden, pero que igual te reconfortan de pensar que se hubiera podido dar gracias a su generosidad.
Cuando Luis “Guaguancó” González y yo, le dedicamos un programa a Renny Ottolina, Marisela fue una colaboradora increíble, ya que había sido pareja de Renny por cinco años, a pesar de que tenían veintidós años de diferencia. Nos contó por ejemplo que, después de su divorcio, lo acompañó en momentos bellos y en otros muy difíciles, como la muerte de Don Pancho, su padre y la caída de su hija Rhona, de quien no se separaba ni para comer.
Marisela Berti, siendo maracucha, fue Miss Nueva Esparta y, nos contó entre risas, que el primer trabajo que le ofrecieron después de ser Miss, fue como modelo en un programa de Lucha Libre que había en Venevisión. Ella no tenía trabajo y vio esta, como la gran oportunidad de su vida. Consistía en hacer de sirena durante una pelea de lucha libre que se transmitía por Venevisión desde el “Club Catalán”. El cuadrilátero estaba en el centro de la piscina del club y en una balsa estuvo Marisela, disfrazada espectacularmente de sirena. Doblaba un canto cuyo objetivo era encantar al luchador bueno, mientras el otro, el malo, cosía a golpes al encantado. Al día siguiente Marisela, llena de alegría, corrió a contarle a Renny su gran experiencia. Renny la escuchó estupefacto y, a medida que hablaba, las muecas de Renny le iban disminuyendo la emoción a Marisela. Al terminar, Renny hizo un pequeño silencio y luego de saber cuánto le pagarían, le dijo: “te doy el doble y vas ahora mismo y renuncias”. Ese día Marisela Berti aprendió que debía saber escoger su trabajo y para demostrarle su capacidad de entendimiento, tampoco aceptó la oferta de Renny. Gracias a Dios, al poco tiempo le llegó la segunda oportunidad de su vida, trabajar como modelo al lado de Eladio Lárez, sin tener que disfrazarse.
Cuando se estrenó en Caracas la película “Travesía en el Desierto”, producida y dirigida por su segundo marido, Mauricio Wallerstein, Marisela nos invitó a sus amigos valencianos. Alquiló una van y nos fuimos Santa Pozo, Alba Pérez Matos, Odaliz López, mis hermanos Juan Pablo y Toby, mi marido Sergio, mi hija Isa y yo, mientras allá nos esperaban, con Marisela y Mauricio: Esperanza Márquez, Chile Veloz, Diego Alejandro Ramírez, Rosario Prieto, Carmen Yaroch, Marialejandra González Sylva, Franco Colmenares, Ángel Ernesto Bravo, Leonardo Padrón, Elba Escobar, Omar Flores, Anita Valencia, Pimpi Santisteban y sus hermanas Marisela y María Luisa, por nombrar a algunos. Y allá conocimos a sus protagonistas, los mexicanos Humberto Zurita y Enoc Leaño y, la venezolana Claudia La Gatta, que estaba con su marido, Luis Gerónimo Abreu. Una noche mágica, sin duda.
Marisela fue esposa de Chucho Avellanet y, a pesar del divorcio, nunca dejaron de ser amigos. De su relación tienen un hijo, Luis Armando Avellanet Berti. Todavía recuerdo cuando murió Mauricio Wallerstein, de quien tuvo su segundo hijo, Alejandro Wallerstein Berti, Chucho y Marisel García Padilla, su esposa, se ocupaban de distraer a Marisela, que estaba muy triste. En 2020 le dio un ACV y mientras estuvo enferma, su amiga de la infancia, la actriz Francis Rueda y nuestro querido Diego Alejandro Ramírez, nos mantenían al tanto. En lo que supe de su fallecimiento, le pregunté a Francis, si el papá de Marisela era valenciano, ya que ese apellido lo es, porque en una oportunidad ella, Marisela, me mencionó algo que relacionaba a su padre con nuestra ciudad, pero yo no lo recordaba bien. Francis de inmediato me lo aclaró con mayores detalles. El papá de Marisela, Ely Berti, era deportista. Y murió trágicamente, muy joven, aquí en Carabobo. Parece que, a comienzos de los años cincuenta, después de ganar unos torneos del deporte que practicaba, muy emocionado, venía de Puerto Cabello e inventó, de noche, saltar la reja del Centro Termal Las Trincheras y, a escondidas y a oscuras, se lanzó a nadar en el pozo más caliente, hoy la piscina prohibida. A pesar de los cuidados médicos, murió a la semana, dejando a una viuda y cuatro niñas huérfanas. La tercera, era Marisela Berti, esa amiga que se nos fue en octubre, como Uwe Pauser y que tanta falta hará.