Cuando a Jenifer Mejías (*) le dio ese dolor mientras estaba trabajando, no se imaginó todo lo que tendría que enfrentar. Ni que su familia, amigos y vecinos iban a ir de un lado a otro para conseguir los más de 700 dólares que se necesitaron para ser operada de emergencia en el Hospital Universitario dr. Ángel Larralde (HUAL), de Naguanagua.
Fue un malestar que le impedía caminar y seguir cumpliendo con sus labores en la oficina. No tenía ni idea de qué trataba, solo que el dolor era cada vez más fuerte en el área abdominal y fue trasladada a una clínica, donde el doctor que la atendió le hizo un diagnóstico ginecológico que ameritaba una histerectomía urgente.
Pero su situación económica le impedía que el procedimiento se lo realizaran en ese centro privado. El médico, consciente de esa realidad, le dio todos los informes necesarios para que hiciera los trámites en el HUAL, conocido como Hospital Carabobo. Ahí, el personal la atendió de inmediato, la ingresaron y comenzó la travesía que la puso de frente a la emergencia humanitaria compleja que se vive en el país.
Desde gasas hasta estudios médicos
La experiencia de la familia de Jenifer confirmó que en ese hospital no hay insumos. Les pidieron todo, “desde las gasas hasta todos los estudios médicos que había que hacerle los pagamos”.
Tenían que actuar rápido porque se trataba de una emergencia, así que se organizaron para cumplir con todas las solicitudes. Lo primero fueron medicinas como Diclofenac y Ketoprofeno, entre lo que gastaron 18 dólares, y la lista continuó con 30 dólares entre tubos de ensayo, inyectadoras, guantes y un tubo endotraqueal; y otros 10 dólares en diferentes fotocopias que tuvieron que hacer.
También les indicaron diferentes exámenes de laboratorios, en los primeros pagaron 21 dólares y en los segundos 25 más. Se incluyen en la suma estudios preoperatorios como el electrocardiograma (12 dólares), ecografía (20 dólares), tres serologías (30 dólares) biopsia (100 dólares) y algo que llaman “urgencias clínicas” por lo que pagaron 100 dólares más.
Antes de entrar a quirófano les pidieron dos bolsas de concentrado globular porque en el banco de sangre del HUAL no había. Así que fueron a centros privados a preguntar precios y lo más económico que consiguieron fue en 150 dólares cada una, por lo que optaron por buscar los donantes de sangre necesarios y así ahorrarse ese dinero que necesitarían para otros gastos.
Y así fue. La lista larga de insumos denominada “kit quirúrgico” costó 400 dólares. Incluía suturas, 10 soluciones y 10 gasas, alcohol, guantes, ocho monos y gorros quirúrgicos, bisturí, adhesivos, compresas, tapabocas, cubrebotas, agua oxigenada y kit de transfusión.
La suma entre todo eso es de 766 dólares que gastaron en dos días, sin incluir todo el tratamiento indicado para cuando le dieron el alta médica.
Abandono total en el HUAL
La primera impresión de los familiares de Jenifer fue que el Hospital Carabobo está abandonado. No cuenta con la higiene que amerita un centro de salud en ninguna de sus áreas, la desolación en sus pasillos es abrumadora y las dificultades del transporte, que es prácticamente inexistente, con lo que movilizarse para realizar exámenes y comprar medicinas e insumos es mucho más complicado para quienes no cuentan con vehículo.
También llamó su atención el déficit de personal. Solo había una enfermera por turno que no era suficiente para atender a quienes estaban hospitalizados.
Pero lo que más resaltan de esta experiencia es el profesionalismo y la mística de quienes laboran en el HUAL. Pese a todas las deficiencias, al culminar la cirugía le devolvieron a la familia de Jenifer todos los insumos y medicinas que no se utilizaron, “nunca pensamos que eso pasaría, por eso nos quedamos muy sorprendidos”.
(*) Nombre ficticio
