Foto: Armando Díaz

Seis horas era el tiempo que la sociedad civil debía permanecer este martes 04 de julio en las calles. Así lo exigía le Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en su agenda semanal de protestas. Muchos puntos importantes de los municipios de la entidad carabobeña respondieron al llamado y se plantaron en distintas zonas de San Diego, Naguanagua y Valencia.

Al principio no se observó gran afluencia de manifestantes, sin embargo a las 2:00 p.m, luego de de dos horas del inicio de la protesta, un grupo de encapuchados en conjunto con civiles se apostaron en el elevado de El Trigal, a la espera de los cuerpos de seguridad que no se encontraban muy lejos de ellos- Estaban en camino.

El primer avistamiento ocurrió a las 2:10 p.m. Se trataba de una camioneta de la Brigada de Investigaciones que avanzaba por la Autopista del Este. Antes de cruzar por debajo del elevado, los encapuchados le arrojaron piedras y una impactó en el parabrisas en el lado del piloto.

A las 2:30 p.m los encapuchados bajaban a la autopista con sus botellas. Cauchos rodaban por el pavimento cubiertos en llamas y caían en una barricada que impediría el paso a cualquier vehículo, querían cerrar la autopista. Uno de los manifestantes ordenaba a todos los demás que corrieran a atacar a la camioneta con el parabrisas agrietado. Siete atacaron, entre ellos una mujer con un gorro en forma de gato. Aquella cercanía provocó la primera huida de los cuerpos de seguridad.

Los jóvenes estaban expectantes ante cualquier movimiento de los funcionarios carabobeños. Luego de 19 minutos, unos gritos provenientes del elevado advirtieron a los manifestantes que la policía del estado estaba en la avenida San José de Tarbes, en la esquina del parque Fernando Peñalver para iniciar un pequeño ataque que serviría de provocación para los muchachos que querían luchar.

«Hay que darles con todo. tenemos que defender nuestro país», decía uno de los manifestantes que usaba una máscara tricolor mientras corría por el elevado y lanzaba piedras a los cuerpos policiales que sólo jugaron a cansarlos. No atacaban, sólo retrocedían y los hacían correr en su dirección. Luego llegarían los refuerzos.

Tras 30 minutos de reposo, los funcionarios regionales llegaron a la esquina de la Torre BOD con sus escudos y armamento a disparar sin detenerse. Los encapuchados retrocedían ante los gritos descontrolados de otros miembros de la resistencia que suplicaban a los suyos no huir, pero muchos temían ser detenidos y recibir torturas y maltratos.

El gas lacrimógeno era más potente, penetrante y ácido. Los protestantes se ahogaban y caían de rodillas en el suelo, mientras una nube blanca más densa de lo usual impedía a los que estaban del lado de El Trigal ver hacia la San José de Tarbes.

Entre aquella cortina de humo aparecían los cuerpos de seguridad con sus escopetas y pistolas. Desde hacía más de una hora varios hombres a favor de las manifestaciones afirmaban que en varias oportunidades durante esa tarde, los estadales habían disparado con armas de fuego. El sonido de esas armas era fácil de identificar porque la detonación tenía un sonido más agudo, comentaba el hombre que parecía rondar los 55 años y que sostenía una resortera. Luego de que acabara la represión unos encapuchados encontrarían un proyectil sin usar en la avenida de la estación de servicio de El Trigal.

Los cascos azules y blancos no se daban abasto para tantos afectados. Muchos jóvenes tenían heridas en sus cuerpos debido a los impactos con piedras que la policía de Carabobo les arrojaba, mientras los rescatistas se asfixiaban por tanto gas.

Las fuerzas de seguridad del Gobierno eran implacables y sus motos atravesaban guayas y troncos. La proximidad entre funcionarios y manifestantes era cercana. Eran las 4:31 p.m y esos jóvenes habían huido entre las múltiples calles de la urbanización más grande del estado.

Los funcionarios retrocedieron y regresaron al elevado, mientras la masa de manifestantes esperaba un ataque que nunca llegó, por lo que a las 6:37 p.m luego de una larga espera decidieron regresar a sus hogares, tras seis horas en las calles. Seis horas de represión y sólo 30 minutos fuera del tiempo establecido por la MUD.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.