«No están mal formados (los ciudadanos) académicamente sino sobre todo mal formados cívicamente: no saben expresar argumentadamente sus demandas sociales, no son capaces de discernir en un texto sencillo o en un discurso político lo que hay de sustancia cerebral y lo que es mera hojarasca demagógica, desconocen minuciosamente los valores que deben ser compartidos y aquellos contra los que es lícito -incluso urgente- rebelarse». Fernando Savater

El concepto de ciudadanía se concatena, por un lado, a la idea de los derechos individuales inherentes a los sujetos y, por otro, a la noción de vínculo con una comunidad particular y a la participación en su espacio público-político.

La Enciclopedia Británica define la ciudadanía como la relación entre un individuo y el Estado del que es miembro, definida por la ley de ese Estado, con los correspondientes derechos y obligaciones. La ciudadanía es, pues, el vínculo jurídico que liga a un individuo con el Estado del que es miembro y, por tanto, la condición jurídica que le habilita para participar plenamente en sus decisiones, a través del derecho de voto y de la posibilidad de ser elegido para cargos públicos…

Que interesantes y amenas resultan las definiciones, pero que dura se nos presenta en realidad cuando las ubicamos en el contexto que nos atañe, que nos preocupa y nos ocupa. ¿Cómo concatenar o establecer cierta analogía de la definición de ciudadanía descrito con el concepto de Estado-Nación de lo que hoy nos queda de país?

¿Qué significa pertenecer a Venezuela si en cuestión de un año ya la lamentable diáspora pasa de cuatro millones de conciudadanos?… ¿De qué soberanía hablamos si nos debemos a mandatos de Raúl Castro?

Hasta se llegó a plantear como de “Suprema razón de Estado garantizar la seguridad alimentaria y luego de la desastrosa e inocultable “revolución agrícola” hoy Venezuela experimenta el terrible flagelo de la hambruna y dependemos en un 85% de las importaciones para ver mendrugos de corrupción que no logran mitigar el hambre…

Ser ciudadano resulta bastante complejo; requiere, además de destrezas, conocimientos, actitudes y hábitos tanto individuales como colectivos. Uno se hace, no nace ciudadano, pues hay experiencias y atavismos que marcan. La gente aprende a ser buen ciudadano en su familia, en su vecindario, con su grupo de pares y, obviamente, en el colegio, en los liceos y universidades.

Ser ciudadano consiste no sólo en la figura legal que nos da la posibilidad de elegir y ser electos, sino en dos aspectos fundamentales: en el sentido de pertenencia a una comunidad, a un país, somos venezolanos; y en el sentido de responsabilidad: somos nosotros los que podemos y debemos solucionar los problemas, ya sea directamente, o por medio de las autoridades que nosotros mismos elegimos. Ese sentido de pertenencia y responsabilidad nos lleva a la participación.

No puede haber ciudadanía si no hay participación.

No debemos ser simples votantes, debemos saber elegir…. Pero, la responsabilidad, a su vez, requiere otro requisito: la educación. Una persona educada, conocedora de sus derechos y deberes puede tomar decisiones.

Ser ciudadano nos lleva a ejercer derechos de orden público, uno de ellos, el de solicitar información, saber lo que están haciendo las autoridades, en fin, la exigencia de transparencia y rendición de cuentas; pues solo un ciudadano bien informado puede ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones.

Y en este andar de ser ciudadanos, nos hemos encontrado con expertos docentes de la UCAB, quienes, conjuntamente con la organización Creemos Alianza Ciudadanos, nos han traído a nuestro terruño, esa necesaria claridad para reemprender la ruta hacía ese país que queremos y merecemos.

“Se Buscan Ciudadanos”, más que un taller cívico o una consigna, es un reto, y un serio compromiso ante el porvenir de nuestro país, pues es tiempo que seamos los ciudadanos los primeros responsables de hacernos cargo del momento histórico que vivimos. De nuestra capacidad, tenacidad, preparación y madurez para visualizar nuevas estrategias para enfrentar la ruindad hecha régimen que se apoderó de nuestro país, dependerá el rescate de nuestro futuro.

Cuando soplan vientos de cambio algunos construyen refugios, otros optan por erigir molinos de viento. Pero hoy, como nunca antes, Venezuela requiere, en primer lugar, de ciudadanos; que, en fin de cuentas, es mucho más que tener la edad para que le otorguen la cédula, quiere decir tener capacidad de discernir en cada momento y frente a cada tipo de elección qué es lo que le conviene para nuestro país.

 




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