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(Foto EFE)

Desde hace varios años el júbilo y la celebración ya no forman parte de los 27 de junio, Día del Periodista en Venezuela. En medio de una escalada de ataques y restricciones en contra del ejercicio periodístico, que se ha agudizado todavía más ante el contexto de la pandemia de covid-19, los periodistas conmemoran su fecha enarbolando la bandera de una profesión digna que se niega a claudicar.

Según el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), capítulo Venezuela, durante los primeros cuatro meses del año en curso se registró un incremento de agresiones hacia los periodistas por parte del régimen de Nicolás Maduro mediante detenciones arbitrarias, limitaciones en el acceso a internet y a la información oficial, bloqueos de portales web y amenazas por diferentes vías.

Datos del equipo de monitoreo de IPYS Venezuela revelaron que entre enero y abril del 2020, se reportaron al menos 146 casos de violaciones a los derechos informativos. En este mismo periodo, se contabilizaron unas 18 detenciones arbitrarias a trabajadores de medios de comunicación, un panorama que hasta la fecha solo ha empeorado tras los recientes procesamientos judiciales de los periodistas Luisa Mimi Arriaga y Marco Antoima.

Para Dayrí Blanco, corresponsal de Caraota Digital e IPYS Venezuela en Carabobo, ser periodista en Venezuela es un reto que se vive segundo a segundo. “A veces ni siquiera sabemos qué va a pasar mientras estamos comiendo con nuestras familias o mientras vamos de un lugar a otro. La intimidación es brutal, pero seguimos adelante porque las cosas negativas que están sucediendo con otros colegas más bien nos dan fuerzas para seguir continuar”.

Durante la última década el ejercicio periodístico no ha sido tarea sencilla, ni mucho menos segura. De eso se encargó bien el fallecido presidente Hugo Chávez y luego su sucesor, Maduro, quien siguió la misma línea: la prensa apuntada como enemigo bajo la mira de la censura. Hoy, ante la cuarentena y el Estado de Alarma decretado por la pandemia de covid-19, los periodistas deben enfrentarse más dificultades.

Sin acceso a información oficial

A juicio de Blanco, la falta de acceso a la información pública es el principal obstáculo al que han tenido que hacer frente los trabajadores de la prensa en Carabobo para mantener informada a la población respecto a temas de interés colectivo relacionados con el desarrollo de la covid-19 en la entidad, así como con el suministro de combustible y las constantes fallas de los servicios públicos básicos.

En la entidad federal la información oficial está cercada. Empezando por el gobernador Rafael Lacava, quien desde noviembre de 2019 no convoca a una rueda de prensa a todos los medios de comunicación, públicos y privados. Los comunicados oficiales quedaron reducidos a escuetos pronunciamientos informales mediante las redes sociales, sin posibilidades de hacer preguntas o aclarar dudas.

Bajo el mismo hermetismo se manejan también los miembros del gabinete que acompañan a Lacava en Capitolio. No responden a las solicitudes de entrevistas, tampoco dan informaciones de manera oportuna y los pocos datos que llegan a suministrar, lo hacen de forma discrecional, excluyendo a periodistas con los que no se sienten cómodos, aseguró Blanco. El vacío informativo es  absoluto.

Otra de los problemas a los que se deben enfrentar los periodistas en Carabobo son severas y reiteradas fallas de los servicios públicos. Hay interrupciones prácticamente a diario en diversos sectores de la entidad con respecto al servicio eléctrico. Sucede lo mismo con la conectividad a internet, lo que influye directamente en el trabajo periodístico.

“Ya no podemos informar de manera oportuna, porque no tenemos conectividad a internet o electricidad”, dijo. A todo esto se le suman las fallas con el suministro de gasolina, porque aunque en Carabobo las colas se han minimizado, hay que esperar cinco días para acceder a combustible a precio subsidiado.

Pero los comunicadores no se dejan amilanar a pesar de las adversidades. Por el contrario, sus agallas se alimentan y crece su valentía. “Seguimos en la calle informando, contando historias, visibilizando las cosas que algunos quisieran ocultar y que nosotros estamos empeñados en hacer visibles. Esa es nuestra misión, somos servidores públicos, para eso estudiamos esta carrera”.

Bajo la lupa del censor

Carolina Campos es periodista y ancla de un programa radial en una emisora local. Para ella hacer periodismo radiofónico es algo que, además de ser algo que la apasiona y le genera un fuerte compromiso ético con el ejercicio periodístico, se ha convertido en uno de los retos más desafiantes de su carrera.

“Estamos en un país en donde no solo te cortan los servicios públicos, sino también las libertades”, apuntó en referencia a férreo control que ejerce el régimen madurista sobre las estaciones de radio mediante la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). “Es lamentable tener que frenarte de hacer preguntas que tú consideras necesarias o que te pidan  que suavices una entrevista”.

Las emisoras radiales venezolanas están bajo la lupa de Conatel, brazo censurador del chavismo. Esto ha obligado a quienes hacen periodismo a través de la radio a llegar al punto de autocensurarse para tratar de preservar no solo los espacios informativos, sino también sus puestos de trabajo y hasta su libertad.

Apertura de procedimientos administrativos, investigaciones, sanciones, exhortos, multas, cierre de programas y de las emisoras son algunos de los mecanismos implementados por Conatel para lograr sus objetivos de censura.

Para evitar cualquiera de estos inconvenientes, Campos se ve obligada a darle a sus entrevistados instrucciones antes de su programa referentes a los términos y temas que no pueden abordar en la transmisión. “Hacer periodismo se ha vuelto algo demasiado difícil, porque muchas veces tienes que callar y eso te hace caer en la autocensura”.

Restricciones en pandemia

En plena pandemia por covid-19 la lista de riesgos se hizo más extensa para los periodistas. Además de enfrentarse a la represión y censura por parte del régimen madurista y los cuerpos de seguridad del Estado, en cada cobertura de calle corren el riesgo de contagiarse con la enfermedad.

“En mi caso, que soy una periodista de un medio audiovisual, necesito mostrar imágenes de lo que ocurre y cómo se encuentra la ciudad. Eso conlleva a una movilización, que es un riesgo, ya que todo el que salga tiene probabilidades de contagiarse”, expuso la periodista Gabriela Suniaga, corresponsal en Carabobo del canal TVV.

Al igual que Dayrí Blanco, Suniaga hizo referencia a la importancia de la vocería oficial en el contexto de la crisis sanitaria mundial provocada por el nuevo coronavirus. A su parecer, ahora más que nunca los gobernantes deben ser más serios y responsables en cuanto a ofrecer información clara y precisa sobre los protocolos y estrategias que implementan para la contención de la pandemia.

La reportera de televisión destacó que a pesar de las restricciones de movilización que al comienzo de la cuarentena impedían el paso de un municipio a otro y de la escasez de gasolina que se extendió por casi tres meses, desde el primer momento los periodistas en la entidad carabobeña han hecho todo lo posible por sacar adelante su trabajo y mantenerse como garantes de la información y la libertad de expresión.

“Me siento orgullosa de mi gremio, de todos los periodistas que hacemos calle y de aquellos que aunque no hagan calle, dentro de sus medios abordan la noticia”, dijo. “Hemos demostrado la preparación, pasión y convicción que tenemos para informar, y que somos definitivamente los defensores de la información oportuna, veraz y transparente”.




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